Familias marroquíes
crean una asociación para investigar las muertes en el Estrecho
Nace en Tánger el foro 'Las dos orillas' para elaborar una
lista de víctimas y estudiar los casos
TEREIXA CONSTENLA / ENVIADA ESPECIAL, Tánger
La cifra de inmigrantes que han muerto mientras intentaban cruzar
el Estrecho es tan imposible de cuantificar como el dolor con que sus familias
sobrellevan la desaparición, sin la certeza de saber si están
vivos o muertos. El silencio que rodea cada drama, sin embargo, comienza
a quebrarse en Marruecos. Un tímido movimiento asociativo está
aglutinando a las familias que pretenden averiguar lo ocurrido y, en el
peor de los casos, recuperar los cadáveres de los suyos. La Asociación
Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) constituirá esta semana
en Tánger el foro Las dos orillas, que abrirá una
lista de desaparecidos e investigará los casos a ambos lados del
Estrecho con ayuda de ONG españolas.
Safia, muestra la foto de su hijo, El Chaullic
Ahmed, muerto en el Estrecho (G. Cordero).
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Varias familias se desplazaron el pasado mayo desde Ksar el Kebir hasta
Tetuán para participar en la primera movilización pública
en Marruecos que sacaba a la luz las desapariciones. Con las fotografías
en la mano, la escena recordaba las concentraciones de las madres argentinas
de la Plaza de Mayo. La convocatoria, organizada por la Asociación
Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) y la Asociación Pro Derechos
Humanos de Andalucía, es el germen de un incipiente movimiento asociativo
que pretende rastrear la pista de los centenares de marroquíes que
abandonaron sus casas con la intención de cruzar el Estrecho y no
han vuelto a dar señales de vida.
Los abogados de la AMDH y otro medio centenar de profesionales liberales
de Tánger constituyen esta semana el foro Las dos orillas.
Uno de sus objetivos es el intercambio cultural entre España y Marruecos.
El otro aspira a impulsar las investigaciones en ambos países sobre
los inmigrantes a quienes presuponen fallecidos en naufragios, con la difusión
de fotografías y la apertura de una lista de casos de desaparecidos.
Afia Jamal Iddine, el abogado que presidirá el foro, presentará
la nueva asociación en Andalucía el día 15 con el
objetivo de implicar a las instituciones y asociaciones humanitarias andaluzas.
Desde que el tráfico clandestino de inmigrantes desde Marruecos
hacia España comenzara a intensificarse a comienzos de la década
de los noventa, numerosas familias perdieron la pista de los suyos sin
atreverse casi a indagar, atrapados entre la incertidumbre y la imposibilidad
de denunciar la desaparición. "Abandonar clandestinamente el país
es un delito, así que las familias tienen miedo de reclamar o denunciar",
aclara el secretario del Colegio de Abogados de Tánger, Abdellah
Zaidi. Cuando los hundimientos ocurren cerca de la costa marroquí,
los reconocimientos suelen ser más fáciles. Muchos inmigrantes
aún conservan sus documentos, lo que facilita la identificación
policial y la localización de las familias.
Los cadáveres que llegan al litoral español, por el contrario,
resultan difíciles de reconocer por la falta de papeles y, a veces,
su deterioro físico. En algunos casos se logra precisar su origen
y se repatria el cadáver hasta Marruecos, donde también se
han producido errores macabros.
Mohamed Dahiri, un profesor de la Universidad de Córdoba que
colabora con Derechos Humanos, cita el ejemplo de una familia de Alhucemas
que recibió un cuerpo que no era el suyo, después de pagar
850.000 pesetas por la repatriación. El fallecido tenía la
documentación de otro. En cualquier caso, los cuerpos que devuelve
el mar a ambos lados del Estrecho representan sólo una pequeña
parte de los que se traga durante el tráfico de pateras.
Después de años de silenciar sus pérdidas, en algunas
zonas como Ksar el Kebir, uno de los focos de la inmigración marroquí,
se están uniendo pequeños grupos de afectados para pedir
que se rastree el paradero de los desaparecidos. La tragedia, a menudo,
golpea al mismo tiempo a vecinos, cuyos familiares emprendieron la travesía
juntos.
Naufragio de dos pateras
En Zlaoila, una localidad de unos 1.500 habitantes, viven 22 familias
que ignoran el destino de los suyos, aunque presumen lo peor. En dos aldeas
de la provincia de Beni Mellal, el otro gran foco de la inmigración
clandestina, perecieron en el naufragio de dos pateras en la que viajaban
60 personas.
Abdellah Zaidi, que pertenece a la Asociación Marroquí
de Derechos Humanos, lamenta la "insensibilidad" que rodea el caso de los
desaparecidos en las aguas del Estrecho. El abogado, uno de los fundadores
de Las dos orillas, exige un trato "humanitario" y "respetuoso"
para que las familias puedan recuperar los cadáveres o, al menos,
tener la certeza de que están muertos. "Hay madres que creen que
su hijo abrirá un día la puerta, piensan que siguen vivos
aunque hayan pasado años sin saber nada de ellos", afirma el abogado.
Hace tres semanas que Zaidi tropezó con el cadáver de
un joven africano mientras hacía footing en la playa de Malabata,
en Tánger. El abogado defiende la inmigración como un "fenómeno
natural", pero atribuye a la política europea su derivación
clandestina. A pesar de que Marruecos ha endurecido en los últimos
tiempos las penas por el tráfico de inmigrantes -las condenas van
de tres a 10 años de cárcel-, este negocio no ha decaído.
"Es un dinero en mano, más seguro que el de la droga, aunque las
mafias son las mismas", sostiene Abdellah Zaidi. |