El
puerto de los inmigrantes
Una localidad
de 700 almas recibe a la mayoría de los inmigrantes en Fuerteventura
TOMÁS
BÁRBULO |
Madrid
Las
Playitas es un pueblo de Fuerteventura situado junto al faro de La Entallada,
cuya luz guía a los patrones de las pateras que se aproximan a la
isla. Es por eso que a este lugar de pescadores han llegado decenas de
barcas cargadas de inmigrantes. Cuarenta o cincuenta permanecen amarradas
en el muelle del pueblo vecino de El Tarajal. El resto las queman los vecinos
en las hogueras de las fiestas de San Pedro. "Este año estábamos
prendiendo el fuego cuando pasó un marroquí y nos dijo: 'No
las quemen, que pueden necesitarlas para salir de aquí cuando esto
sea nuestro".
Lo
cuenta Andrés Carmona, de 70 años, uno de los 687 habitantes
de Las Playitas y nieto del fundador de la villa. Su abuelo era un grancanario
de La Isleta llamado Vito Carmona Quesada. "Llegó hace cien años",
cuenta Andrés. "Era marinero y le gustó el socaire, la bahía.
Por 50 duros compró 12 fanegas de tierra. Poco después comenzaron
a llegar familiares. Él les regalaba solares. Así nació
el pueblo". Luego, el turismo elevó el metro cuadrado hasta las
40.000 pesetas. Y después vinieron los inmigrantes.
La
gente de Las Playitas recibe pateras un día sí y otro también.
Aquí se ahogaron este año 15 subsaharianos al volcar una
barca cuando iba a ser abordada por la Guardia Civil. Un agente dice que
los vio hundirse "como globos", a través del visor de su cámara
térmica. Juan Rodríguez, de 59 años, no lo olvidará:
"Ahí mismo vi a los ahogados. ¡Pobrecillos!". Sus vecinos
asienten a coro. Dicen que los subsaharianos son "gente noble": "En cuanto
llegan se tiran al suelo, desmayaditos". "Lo primero que dicen es: '¡Guardia
Civil, Guardia Civil!".
Menos
confianza les merecen los marroquíes. Carmelo Pérez, un camarero
de 37 años, les ha visto entrar muchas veces en su bar, llamado
Poril. "Hace un mes llegó un grupo y compraron botellas y hojas
de afeitar. Entraron en el baño, se asearon y pidieron un taxi para
Corralejo [localidad turística situada al norte de la isla]. A la
hora de pagar sacaron fajos de billetes. También llevaban tarjetas
de pubs de la isla. Los marroquíes tienen contactos aquí.
En dos o tres meses, están en la Península".
A
los pescadores les cambia el semblante cuando hablan de los patrones de
las pateras. "Son como conejos: saltan de las barcas y echan a correr".
"Se les reviran a la Guardia Civil. Son peligrosos".
Hace
un mes, Andrés Carmona estaba pescando a cuatro millas de la costa
cuando divisó una patera. "Sólo se veían dos personas
a bordo, pero iban 18. ¡Los llevaban agachados!". Había más
embarcaciones en la zona. "Vimos cómo botaban al mar a los morenos".
Los pescadores atravesaron sus barcos y retuvieron al patrón hasta
que llegó la Guardia Civil.
Hace
seis meses, Roque Pérez Soler, de 58 años, fondeó
su barco a 90 metros de la playa. Al día siguiente había
desaparecido. "Fueron dos patrones marroquíes. Se llevaron también
el depósito de mi barca, y el de Carlos Socorro, y el de David Carmona,
y el de José Socorro", afirma Víctor Soler Carmona, de 75
años. "En julio le robaron a un gallego la ropa que tenía
tendida", apunta Andrés Carmona. "Y hace un mes cogimos a otro patrón
merodeando", añade Juan Rodríguez.
"Esto
ya no es como antes", se lamenta Víctor Soler. "Los jóvenes
se van a trabajar a la construcción o a la hostelería. Y
los viejos ya no podemos salir a pescar. ¿Por qué? ¡Porque
la patrullera está aquí todo el día, y en cuanto te
mueves, te echa el foco encima! La culpa es de los patrones. ¡A esos
yo los salaba y los metía en barrica!". |