El País Digital
Viernes 
9 febrero 
2001 - Nº 1743
ESPAÑA
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 España endurece las críticas a Londres y mantendrá fuertes restricciones a Gibraltar 

Piqué denuncia que el Reino Unido no tiene "voluntad" de negociar la soberanía de la colonia 

PERU EGURBIDE, Madrid 
La luna de miel entre los Gobiernos de Tony Blair y José María Aznar pareció llegar ayer a su fin con una requisitoria, sin precedentes por su dureza en los cinco años de mandato del PP, pronunciada en el Senado por el ministro de Asuntos Exteriores, Josep Piqué. El ministro denunció que la "falta de voluntad política" de Londres ante el problema de Gibraltar es "un lastre cada vez más difícil de soportar" para unas relaciones "que podrían sufrir un deterioro", y prometió que España mantendrá con firmeza las restricciones sobre la "economía parasitaria" de la colonia británica. 

La Embajada británica en Madrid se limitó ayer a constatar "el cambio de tono" por parte de un Gobierno que, en el último quinquenio, había facilitado incluso la resolución de viejas reivindicaciones gibraltareñas, como la homologación europea de los permisos de conducir y los carnés de identidad de los llanitos, aunque Londres había ignorado por completo las propuestas hechas en los últimos años por el anterior ministro de Exteriores del PP, Abel Matutes, para desbloquear las negociaciones sobre El Peñón. La idílica relación entre el primer ministro laborista inglés y el presidente popular del Gobierno español, capaz de producir iniciativas conjuntas para acelerar la liberalización de las economías europeas y de resistir a las sucesión de situaciones embarazosas creadas por la decisión británica de reparar el submarino Tireless en Gibraltar, se ha impuesto sobre cualquier otra circunstancia como un hecho nuevo en las relaciones entre el Reino Unido y España.
 
 

El PSOE, a través del senador José Carracao, al que Piqué respondió ayer una pregunta formulada en fecha tan remota como el pasado 5 de octubre, sugiere que este cambio de tono es una simple estrategia para compensar lo mucho que Madrid está cediendo en el caso del Tireless . "Basta ya de mano dura con el débil [por los gibraltareños] y servilismo con los poderosos [por los británicos]", dijo Carracao en su réplica. En otros medios de la oposición se recuerda que Piqué ya jugó un papel de malo en esta historia el pasado mes de octubre, mandando una dura carta sobre el submarino a su homólogo británico, Robin Cook, que Aznar dejaría sin valor un día después al recibir a Blair en Madrid entre gestos cordiales y bromas, como El submarino amarillo, que han traído cola.
 
 

Para la diplomacia española, la intervención de ayer de Piqué no es sino la continuación lógica de la petición hecha el pasado 24 de enero por el ministro a Cook de reabrir el diálogo sobre la soberanía de Gibraltar, retomando el llamado "proceso de Bruselas"que estableció en 1984 unas conversaciones simultáneas sobre cooperación hispano-británica y el problema de fondo que es la colonia.
 
 

Piqué, que reiteró esa petición por carta, declaró la semana pasada que no esperaba recibir una respuesta rápida, y menos teniendo en cuenta que en el Reino Unido se habla de elecciones para primavera. Ayer, rompió claramente con esa línea.
 
 

Pese a los argumentos del Gobierno de Londres que han hecho que resulte "baldío" el esfuerzo español de avanzar en el proceso Bruselas, "la realidad", dijo Piqué, "es más simple: su rechazo a tratar con nosotros las materias de soberanía". "El problema no es la viabilidad del proceso", señaló, "sino la falta de voluntad política por parte británica para llegar a un acuerdo".
 
 

Así, pese al "creciente entramado" de vínculos entre los dos países, afirmó el ministro, "Gibraltar continúa impidiendo que nuestras relaciones bilaterales puedan alcanzar su plenitud. Es más, podrían sufrir un deterioro si prosperasen los proyectos de reforma de la constitución" para acercar la colonia hacia la independencia.
 
 

Un millón de teléfonos
 
 

"Mientras prosiga esta carencia de diálogo", prosiguió Piqué, "no cabe ninguna flexibilización por nuestra parte. En este sentido, proseguirán nuestras restricciones y más en concreto las navales, entre Gibraltar y puertos españoles en ejercicios OTAN". Los buques de guerra británicos no están autorizados a entrar en puertos españoles si vienen directamente de Gibraltar. Deben tocar otro país para una escala intermedia. Piqué reiteró, además, la petición de que se cree algún "marco para el intercambio de información" en torno a la base militar, que ya formuló a raíz de caso del Tireless.
 
 

Pero la mayor "firmeza" del ministro se refiere a la vida civil de una colonia que, dijo Piqué, "se ha convertido en una economía parasitaria que, lejos de producir, vive de España, en especial a costa del Campo de Gibraltar sobre el que ejerce un efecto de succión".
 
 

Los polémicos controles al tránsito de españoles y gibraltareños en La Verja "si de algo pecan, sería de una excesiva laxitud y permisividad frente a ese gigantesco duty-free orientado al mercado español que es Gibraltar", sostuvo el ministro, tras constatar que la economía de La Roca se basa en dos factores: la exenciones fiscales y la opacidad de su sistema financiero.
 
 

"En telefonía, al amparo de una supuesta medida de cooperación", dijo también Piqué, "Gibraltar intenta ejercer una competencia desleal". "En 1986", explicó, "y ante el clima de esperanza abierto dos años antes por la Declaración de Bruselas, la compañía Telefónica concedió 30.000 líneas a Gibraltar integrándolas en el prefijo de la provincia de Cádiz. Hoy Gibraltar nos pide un millón de líneas adicionales. Resulta a todas luces desproporcionado para una población de apenas 30.000 habitantes, y de concedérselas nuestras empresas tendrían que competir con compañías que ofrecerían desde Gibraltar servicios de Telefonía sin cobrar el 16% de IVA aplicable en España".
 
 

La conclusión, una vez más, "soberanía y cooperación son dos elementos concatenados". No se puede desarrollar una sin hablar de la otra. 

Los Gobiernos de Londres y Lisboa rozaron el conflicto diplomático 

JAVIER GARCÍA, Lisboa 
"La gran presión y la arrogancia" de Ron Godderd, el que era en 1998 agregado naval británico en Lisboa, "estuvo a punto de provocar un conflicto diplomático" entre los Gobiernos de Portugal y del Reino Unido.
 
 

La revista lisboeta Visao publicó ayer una información sobre las maniobras diplomáticas en torno al Trenchant , el submarino nuclear británico que sufrió una avería en el estuario del Tajo y atracó urgentemente en Portinho da Costa, el 9 de octubre de 1998, hasta que nueve días después se vio obligado a zarpar rumbo a su base en el Reino Unido. La tirantez empezó cuando los británicos se resistieron a que el departamento de Protección y Seguridad Radiológica luso llevase a cabo mediciones de radioactividad en el entorno del submarino y aumentó cuando Godderd intentó puentear a sus interlocutores para dirigirse directamente al ministro de Defensa y al jefe de Estado Mayor de la Armada, a los que apenas suministró información sobre el incidente.
 
 

La Marina portuguesa publicó ayer un comunicado en el que asegura que las mediciones efectuadas entonces no detectaron contaminación alguna. La Royal Navy, por su parte, señaló ayer a la agencia de noticias Lusa que la avería del Trenchant fue "identificada pero no reparada" en Lisboa porque "era tan insignificante que permitía el regreso del submarino a su base de Devonport (...)".
 
 

El ministro español de Asuntos Exteriores, Josep Piqué, afirmó ayer en Madrid que la avería del Trenchant fue "prácticamente imperceptible" y no guarda relación alguna con la del Tireless, atracado en Gibraltar desde mayo.
 
 

Otras fuentes aseguran, sin embargo, que el fallo, que supuso pérdida de agua radioactiva, no fue tan pequeño. Prueba de ello es que los mecánicos y el ingeniero que viajan a bordo no pudieron repararla y la Royal Navy envió urgentemente a un equipo de técnicos desde Devonport. Además, primero planeó remolcar el buque hasta una base británica pero después se arriesgó a encender el reactor que se había visto obligada a apagar. Cuando zarpó, el Trenchant no reanudó la misión de patrullaje que había iniciado el 3 de septiembre de 1998, sino que se dirigió a Devonport para ser reparado. 

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