España
endurece las críticas a Londres y mantendrá fuertes restricciones
a Gibraltar
Piqué denuncia que el Reino Unido no tiene "voluntad" de negociar
la soberanía de la colonia
PERU EGURBIDE, Madrid
La luna de miel entre los Gobiernos de Tony Blair y José
María Aznar pareció llegar ayer a su fin con una requisitoria,
sin precedentes por su dureza en los cinco años de mandato del PP,
pronunciada en el Senado por el ministro de Asuntos Exteriores, Josep Piqué.
El ministro denunció que la "falta de voluntad política"
de Londres ante el problema de Gibraltar es "un lastre cada vez más
difícil de soportar" para unas relaciones "que podrían sufrir
un deterioro", y prometió que España mantendrá con
firmeza las restricciones sobre la "economía parasitaria" de la
colonia británica.
La Embajada británica en Madrid se limitó ayer a constatar
"el cambio de tono" por parte de un Gobierno que, en el último quinquenio,
había facilitado incluso la resolución de viejas reivindicaciones
gibraltareñas, como la homologación europea de los permisos
de conducir y los carnés de identidad de los llanitos, aunque
Londres había ignorado por completo las propuestas hechas en los
últimos años por el anterior ministro de Exteriores del PP,
Abel Matutes, para desbloquear las negociaciones sobre El Peñón.
La idílica relación entre el primer ministro laborista inglés
y el presidente popular del Gobierno español, capaz de producir
iniciativas conjuntas para acelerar la liberalización de las economías
europeas y de resistir a las sucesión de situaciones embarazosas
creadas por la decisión británica de reparar el submarino
Tireless
en Gibraltar, se ha impuesto sobre cualquier otra circunstancia como un
hecho nuevo en las relaciones entre el Reino Unido y España.
El PSOE, a través del senador José Carracao, al que Piqué
respondió ayer una pregunta formulada en fecha tan remota como el
pasado 5 de octubre, sugiere que este cambio de tono es una simple estrategia
para compensar lo mucho que Madrid está cediendo en el caso del
Tireless
. "Basta ya de mano dura con el débil [por los gibraltareños]
y servilismo con los poderosos [por los británicos]", dijo Carracao
en su réplica. En otros medios de la oposición se recuerda
que Piqué ya jugó un papel de malo en esta historia
el pasado mes de octubre, mandando una dura carta sobre el submarino a
su homólogo británico, Robin Cook, que Aznar dejaría
sin valor un día después al recibir a Blair en Madrid entre
gestos cordiales y bromas, como El submarino amarillo, que han traído
cola.
Para la diplomacia española, la intervención de ayer de
Piqué no es sino la continuación lógica de la petición
hecha el pasado 24 de enero por el ministro a Cook de reabrir el diálogo
sobre la soberanía de Gibraltar, retomando el llamado "proceso de
Bruselas"que estableció en 1984 unas conversaciones simultáneas
sobre cooperación hispano-británica y el problema de fondo
que es la colonia.
Piqué, que reiteró esa petición por carta, declaró
la semana pasada que no esperaba recibir una respuesta rápida, y
menos teniendo en cuenta que en el Reino Unido se habla de elecciones para
primavera. Ayer, rompió claramente con esa línea.
Pese a los argumentos del Gobierno de Londres que han hecho que resulte
"baldío" el esfuerzo español de avanzar en el proceso Bruselas,
"la realidad", dijo Piqué, "es más simple: su rechazo a tratar
con nosotros las materias de soberanía". "El problema no es la viabilidad
del proceso", señaló, "sino la falta de voluntad política
por parte británica para llegar a un acuerdo".
Así, pese al "creciente entramado" de vínculos entre los
dos países, afirmó el ministro, "Gibraltar continúa
impidiendo que nuestras relaciones bilaterales puedan alcanzar su plenitud.
Es más, podrían sufrir un deterioro si prosperasen los proyectos
de reforma de la constitución" para acercar la colonia hacia
la independencia.
Un millón de teléfonos
"Mientras prosiga esta carencia de diálogo", prosiguió
Piqué, "no cabe ninguna flexibilización por nuestra parte.
En este sentido, proseguirán nuestras restricciones y más
en concreto las navales, entre Gibraltar y puertos españoles en
ejercicios OTAN". Los buques de guerra británicos no están
autorizados a entrar en puertos españoles si vienen directamente
de Gibraltar. Deben tocar otro país para una escala intermedia.
Piqué reiteró, además, la petición de que se
cree algún "marco para el intercambio de información" en
torno a la base militar, que ya formuló a raíz de caso del
Tireless.
Pero la mayor "firmeza" del ministro se refiere a la vida civil de una
colonia que, dijo Piqué, "se ha convertido en una economía
parasitaria que, lejos de producir, vive de España, en especial
a costa del Campo de Gibraltar sobre el que ejerce un efecto de succión".
Los polémicos controles al tránsito de españoles
y gibraltareños en La Verja "si de algo pecan, sería de una
excesiva laxitud y permisividad frente a ese gigantesco duty-free
orientado al mercado español que es Gibraltar", sostuvo el ministro,
tras constatar que la economía de La Roca se basa en dos factores:
la exenciones fiscales y la opacidad de su sistema financiero.
"En telefonía, al amparo de una supuesta medida de cooperación",
dijo también Piqué, "Gibraltar intenta ejercer una competencia
desleal". "En 1986", explicó, "y ante el clima de esperanza abierto
dos años antes por la Declaración de Bruselas, la compañía
Telefónica concedió 30.000 líneas a Gibraltar integrándolas
en el prefijo de la provincia de Cádiz. Hoy Gibraltar nos pide un
millón de líneas adicionales. Resulta a todas luces desproporcionado
para una población de apenas 30.000 habitantes, y de concedérselas
nuestras empresas tendrían que competir con compañías
que ofrecerían desde Gibraltar servicios de Telefonía sin
cobrar el 16% de IVA aplicable en España".
La conclusión, una vez más, "soberanía y cooperación
son dos elementos concatenados". No se puede desarrollar una sin hablar
de la otra.
Los Gobiernos de Londres y Lisboa
rozaron el conflicto diplomático
JAVIER GARCÍA, Lisboa
"La gran presión y la arrogancia" de Ron Godderd, el que era
en 1998 agregado naval británico en Lisboa, "estuvo a punto de provocar
un conflicto diplomático" entre los Gobiernos de Portugal y del
Reino Unido.
La revista lisboeta Visao publicó ayer una información
sobre las maniobras diplomáticas en torno al Trenchant ,
el submarino nuclear británico que sufrió una avería
en el estuario del Tajo y atracó urgentemente en Portinho da Costa,
el 9 de octubre de 1998, hasta que nueve días después se
vio obligado a zarpar rumbo a su base en el Reino Unido. La tirantez empezó
cuando los británicos se resistieron a que el departamento de Protección
y Seguridad Radiológica luso llevase a cabo mediciones de radioactividad
en el entorno del submarino y aumentó cuando Godderd intentó
puentear a sus interlocutores para dirigirse directamente al ministro de
Defensa y al jefe de Estado Mayor de la Armada, a los que apenas suministró
información sobre el incidente.
La Marina portuguesa publicó ayer un comunicado en el que asegura
que las mediciones efectuadas entonces no detectaron contaminación
alguna. La Royal Navy, por su parte, señaló ayer a la agencia
de noticias Lusa que la avería del Trenchant fue "identificada
pero no reparada" en Lisboa porque "era tan insignificante que permitía
el regreso del submarino a su base de Devonport (...)".
El ministro español de Asuntos Exteriores, Josep Piqué,
afirmó ayer en Madrid que la avería del Trenchant
fue "prácticamente imperceptible" y no guarda relación alguna
con la del Tireless, atracado en Gibraltar desde mayo.
Otras fuentes aseguran, sin embargo, que el fallo, que supuso pérdida
de agua radioactiva, no fue tan pequeño. Prueba de ello es que los
mecánicos y el ingeniero que viajan a bordo no pudieron repararla
y la Royal Navy envió urgentemente a un equipo de técnicos
desde Devonport. Además, primero planeó remolcar el buque
hasta una base británica pero después se arriesgó
a encender el reactor que se había visto obligada a apagar. Cuando
zarpó, el Trenchant no reanudó la misión de
patrullaje que había iniciado el 3 de septiembre de 1998, sino que
se dirigió a Devonport para ser reparado. |