Domingo, 8 de julio de 2001

FERIA DE SAN FERMÍN 
Sangre en el suelo
El primer encierro, con toros de Torrestrella, se salda con seis heridos graves 
 
L. M. | Pamplona 

Una mancha de rojo sucio marca el lugar preciso. A pocos metros de donde se encuentran la calle Estafeta y la bajada de Javier, la sangre se diluye. Allí, la estadounidense Jennifer Smith, nacida en Nueva Jersey hace 27 años, acaba de recibir una cornada de 30 centímetros en el muslo izquierdo. Sin lesionar la arteria, el pitón se abrió camino por el músculo hasta alcanzar el fémur. La suya fue una de las seis cornadas graves con que los toros asaetearon a los corredores del primer encierro de San Fermín.

A cinco minutos de las ocho, el primer cántico. A los pies de la hornacina, los nervios sudan contra el periódico. 'A San Fermín pedimos...'. Poco antes, los abrazos de los que se reencuentran calientan la mañana desapacible. El primer encierro del segundo milenio corre a cuenta de la divisa de Torrestrella. Los avisados saben que Matthew Peter Tassio murió en 1993 corneado por un burel de nombre Castellano que lucía el mismo hierro de la familia Domecq.

A las ocho, el cohete, las carreras, el miedo... Cumplidos poco más de cuatro minutos, el tiempo que tardaron los astados en alcanzar la plaza desde el corral de Santo Domingo, los gemelos, los muslos y el pecho de los corredores se reparten 70 centímetros exactos de heridas. Es el resultado de una carrera lenta, peligrosa y muy accidentada en la que la manada avanzó disgregada, a trompicones. En total, seis heridos graves. Javier Barrientos Dronda se llevó, junto a Jennifer Smith, la peor parte. En la curva de Estafeta, este pamplonés (27 años, blusón azul y experiencia probada) se convertía en la diana de un toro, Barbafeo, desorientado después de dar con sus lomos en el pegajoso adoquinado. A resueltas del encuentro, el cuerno penetraba 15 centímetros en el tórax.

Y así, todo el encierro se fue en resbalones, vueltas atrás y derrotes. Donde la calle Estafeta toma fama, en su arranque, se vivió un momento especialmente tenso. Los animales llegaron hasta allí como funcionarios en cafetería, de uno en uno pero con ganas de quedarse. Acto seguido, todos los morlacos sentados. Uno, Mentirito, volvió sobre sus pasos, lanzó sus 550 kilos contra el vallado y se partió un pitón; otro hizo por Javier y los demás salieron sin prisas camino de ningún lugar.

Los mozos se esforzaron de verdad por reconducir el despiste general de la manada. Ignacio Prieto Martínez, zaragozano de 26 años; Manuel Romero Bermejo, nacido en el barrio pamplonés de San Jorge hace 23 años; Pablo Fuertes Marraco, de 27 años y también pamplonica, y el londinense Abrie Nel, de 27 años, sufrieron en sus cuerpos tanto esfuerzo y sumaron sus heridas graves a las de Jennifer y Javier.


 

© Copyright DIARIO EL PAIS, S.L. (Miguel Yuste 40, 28037 Madrid-España | Tel: 34 91 33782 00) 
Contacte con ELPAIS.ES | publicidad