El País Digital
Lunes 
5 febrero 
2001 - Nº 1739
ESPAÑA
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Fraga y el gran temporal 

La caótica gestión de las 'vacas locas' ha puesto al presidente de la Xunta, por vez primera, a la defensiva. Tras la llamada 'década prodigiosa', de repente Galicia parece sumida en la depresión y la crisis 


 







Después de tres victorias consecutivas por mayoría absoluta, el presidente de la Xunta de Galicia, Manuel Fraga, 79 años, fue proclamado candidato el sábado para las próximas elecciones autonómicas, en octubre. Pero el gran temporal que sufrió la región desde el mes de octubre, que ha traspasado en 69 ocasiones "el umbral del aviso", y la crisis de las vacas locas, hacen que el PP pierda fuerza en las encuestas. El escritor Manuel Rivas hace un recorrido personal por la situación política, económica y social de la Galicia dominada por la especial personalidad de su presidente.

MANUEL RIVAS
Fraga, en la convención del PP en la que fue 
proclamado candidato a la Xunta (Efe).
En meteorología existe un límite llamado "el umbral del aviso". En cuatro meses, desde octubre de 2000 a final de este enero, el viento, la lluvia, el mar de fondo, y alguna vez la nieve en el interior montañoso, han traspasado en Galicia en 69 ocasiones "el umbral del aviso". El siguiente paso es la alerta. Los meteorólogos gallegos están cumpliendo su misión. Controlan el rumbo de los elementos. 

Pero hay otros temporales que sacuden Galicia y no guardan relación con el clima. La caótica gestión de la crisis de las vacas locas, entre otras depresiones, ha puesto a Manuel Fraga, por vez primera en su tierra, en "el umbral del aviso". Veníamos de una "década prodigiosa", según la propaganda de la Xunta, y de repente Galicia parece un laboratorio de "la sociedad del riesgo".
 
 

Clima y crisis se mezclan en la atmósfera cotidiana. En el fondo de la pantalla, las isobaras del tiempo tienen una lectura críptica, como cuando la presentadora de TVG dice: "El Sol nos sonríe entre nubes". La alusión al temporal ha ido adquiriendo un doble sentido. Una observación inocente, como "Nunca llovió que no escampara", puede conducirte a un debate en el café. 

Los del cambio de milenio han sido días de perplejidad, también en el campo conservador. Manuel Fraga fue proclamado candidato a la presidencia de la Xunta por el Partido Popular el sábado, pero antes, el lunes 29 de enero, tuvo que superar una moción de censura, transmitida en directo, como un inquietante parte meteorológico nunca antes oído. Después de tres victorias consecutivas por mayoría absoluta, y en vísperas de ser proclamado a la manera teocrática, Manuel Fraga descubría al pueblo gallego un flanco, para desconcierto de incondicionales: "¡Yo no soy Bóreas, yo no gobierno el viento!".
 
 

Me he ido a la busca de Bóreas y lo he encontrado en el antiguo fin de la Tierra. Como la música wagneriana, el invierno tiene en Finisterre instantes brillantes y cuartos de hora terribles. Bóreas, dios del viento norte, tributario de Eolo, hijo de Asteo y de la Aurora, se ha hartado aquí de cruzar "el umbral del aviso", con rachas de más de cien kilómetros por hora. Entre sus objetivos menores, al parecer, figuraba arrancar el rótulo del restaurante Don Percebe. Y lo consiguió la noche del sábado 27 de enero. Luisa Rivas, la propietaria, no pudo dormir por culpa de esas ráfagas de música apocalíptica que abrazaban mar y tierra. 

Luisa, de 43 años, tuvo tiempo de repasar la odisea de su propia familia, una parábola del éxodo gallego. Sus tíos, que tenían secaderos de congrio, huidos a México por causa de la guerra. De sus siete hermanos, seis emigraron a Suiza o Alemania. Ella misma se marchó a los 15 años y trabajó otros tantos de camarera en un hotel de la estación de montaña de Adelboden. En aquel paisaje idílico aprendió alemán e italiano, pero nunca se deslizó por la nieve con unos esquíes. Hace trece años se casó con Manuel Pichel, un pescador de Finisterre. Abrieron el restaurante con buen pie. 

La especialidad, por supuesto, el pescado y el marisco. Pero en las últimas fiestas navideñas, como muchos otros locales, permaneció cerrado. "Otros años eran buenas fechas, sobre todo para la gente de aquí. Pero este año, ni había pescado ni había gente". Dice que está habiendo "mucha necesidad", que muchos jóvenes vuelven a marcharse fuera de Galicia. Ella es de carácter muy optimista. "Como todas las gordas, soy alegre, le sonrío al mal tiempo". Pero no es fácil encontrar otro optimista en la comarca.
 
 

El temporal interminable ha arrancado de cuajo las sonrisas y un trozo de la carretera que lleva al mitológico cabo del Fin del Mundo. Mucha gente duerme intranquila en la costa gallega. No es sólo el bravucón Bóreas el que les quita el sueño. Los pescadores apenas han podido salir a faenar en cuatro meses, sin ninguna ayuda económica que les compense. En algunos supermercados y tiendas se vende al fiado. Hay municipios en la Costa da Morte, como Camariñas y Carnota, en donde la juventud parece desaparecida. Y en gran parte lo está. Se cuentan ya por miles los jóvenes que se han ido a trabajar a la construcción y la hostelería en Canarias. En medio de los frecuentes cortes de luz, con un suministro eléctrico que se diría tendido con pinzas, se está produciendo un silencioso apagón humano.
 
 

"¡Hay que decirlo! Hay gente que está pasando hambre", denuncia con rabia el alcalde de Laxe, Antón Carracedo. Los continuos temporales son la causa inmediata de esta penuria. Pero, sostiene Carracedo, la pesca de bajura está en una fase agónica. "No se hizo a tiempo lo que se tenía que hacer, y ahora es tarde. La gente aguantará hasta la jubilación. A los jóvenes hay que buscarles una salida en tierra". Los estudiosos del clima, en el Centro Meteorológico Territorial de Galicia, consideran que este periodo de temporales de cambio de milenio es muy poco frecuente, pero no excepcional. 

En el siglo pasado se han registrado cinco secuencias similares. En realidad, la gente tiene la percepción de un único temporal prolongado, que ha encadenado el 2000 y el 2001, que dura ya cuatro meses, y no de temporales separados. Ese temporal, que parece girar sobre sí mismo, ha complicado muchas vidas y causado cuantiosos daños. Inundaciones que volvieron sobre los mismos valles y pueblos hasta once veces. Dificultades en los transportes.
 
 

Apagones eléctricos que cegaron comarcas enteras. Deficiencias telefónicas. Amarre casi permanente de la flota de pesca. Pérdida de cosecha marisquera. Iba a ser una buena temporada, pero la desmesura de lluvia acabó también con los bivalvos. Las afectadas en este caso son unas ocho mil mujeres que viven del cultivo en las rías. Por otra parte, los temporales no son todavía una atracción turística. Escucho una emisora por la carretera de la costa. 

Dos mil pescadores gallegos se manifiestan pidiendo que se culmine un acuerdo para volver a faenar en el banco canario-sahariano. La antigua Bazán reconoce 300 casos de trabajadores afectados de asbestosis de amianto en su centro de Ferrol. En el Mercado Nacional de Ganado, en Santiago, el 70% de los terneros de abasto fueron devueltos a sus explotaciones de origen. El Centro Dramático Gallego representa el Calígula de Albert Camus.
 
 

En A Coruña, hablo con Manuel Espiña, canónigo de la colegiata. ¿Puede estar ocurriendo un apocalipsis sin que lo veamos? Por suerte, no le parece una pregunta descabellada. "Puede llegar el final de una etapa sin que nos demos cuenta". ¿Qué opina de esta década gobernada por Fraga? Tampoco rehúye la respuesta. "El número de pobres ha aumentado de 400.000 a 600.000 personas. Es un Tercer Mundo dentro de éste, un mundo de marginación que no entra en el balance". Espiña dice que la Iglesia gallega es muy conformista. Le molesta la resignación como rasgo del carácter gallego. "El arzobispo Suquía decía que éramos los mejores para ser mandados".
 
 

El periodista Juan Carlos Martínez alerta en La Voz de Galicia ante el peligro de un neopesimismo. "¿No habíamos quedado en que Negra sombra no es el himno gallego?". Se refiere al poema de Rosalía de Castro, convertido en popular balada, que en voz de Luz Casal resulta estremecedora. Quizás fue escrita durante un temporal como éste. ¿Es el gallego un pueblo triste? "No, no es un país triste, es más bien festivo. Lo que pasa es que tiene un humor distinto", dice el psiquiatra Fidel Vidal, en el complejo hospitalario Juan Canalejo. 

"Pero, por ejemplo, no hay más suicidios que la media de España. No porque llueva nos matamos más. Los seres humanos somos muy iguales a la hora de sufrir". La psiquiatría explica que la reducción de luz solar afecta claramente al estado de ánimo y puede influir en las depresiones. Vidal añade otra variable: "Pero también, en la vida de hoy, los cortes de suministro eléctrico, sobre todo si se repiten con frecuencia, como está pasando en zonas de Galicia, desestabilizan mucho. Desorientan, incomodan a la gente. Los aparatos de luz forman ya parte de nuestro medio, de nuestra naturaleza, como la televisión. Estos apagones se perciben como una involución, como un regreso al atraso".
 
 

¿Qué relación puede tener un temporal con una crisis política? En la moción de censura, presentada por el Bloque Nacionalista Galego, se acusó a la Xunta de imprevisión, de no haber elaborado en diez años un plan de cuencas para evitar las inundaciones. Xosé Manuel Beiras le espetó al presidente Fraga: "La consigna consabida de personajes como usted es la de 'Yo, o el caos'. Pues vea por dónde el caos llegó, esta vez, estando usted en el Gobierno, y no porque usted faltase". Según el socialista Touriño, el llamado "Gobierno amigo" (el de Aznar) ha dejado a Fraga a la intemperie, sin apoyo real, sin fondos para ayudas por la política de déficit cero. "Comprendo que se sienta bajo, frustrado, pero en esas condiciones no puede presidir el Gobierno".
 
 

El lenguaje político gallego tiene un alto nivel metafórico. En la moción de censura, los nacionalistas hablan de las "tres puntas del iceberg" (temporal, vacas locas y asunto pesquero) contra el que chocó "la soberbia del Titanic. Anxel Guerreiro, de Esquerda de Galicia, habla de fotogramas "buñuelianos" para calificar las espeluznantes imágenes del enterramiento de vacas muertas en Lanzá (Mesía). Desde el hemiciclo, con su techo abovedado, de madera noble, y trabado en vigas vista, el Parlamento gallego semeja hoy el casco invertido del Arca de Noé. Es el día, lunes 29 de enero, en que Manuel Fraga delimita sus poderes. Él no es Bóreas, no gobierna los vientos. Y añade: "Tampoco tengo la llave de Davos ni la de la Reserva Federal. No puedo llamar por teléfono y citar aquí [en Santiago] a [Alan] Greenspan". Es una ráfaga brillante, de ironía, en los cuartos de hora desganados de su respuesta a la moción de censura.
 
 

En una ocasión, en su despacho de la Xunta, le dijo a un alto cargo de un organismo internacional: "Lo de ustedes son abstracciones. ¡Esto es mandar de verdad!". ¿Está Fraga ahora cansado, desarbolado por el temporal, enojado con su equipo de conselleiros, lastimado por la desatención del "Gobierno amigo"? Sobre esto último, se interpretó como una pista cierta su declaración sobre la dificultad de hacer compatible la política de déficit cero con la necesaria financiación del programa para hacer frente al mal de las vacas locas. La comunidad tampoco recibirá dinero para financiar la reforma educativa. Desde 1993 se ha dado un progresivo descenso en las inversiones del Estado en Galicia, como demuestra el profesor Álvarez Corbacho en la prestigiosa Revista Galega de Economía.
 
 

En su último viaje transoceánico, el pasado octubre, Fraga visitó las cataratas de Iguazú. Debe ser el único presidente en el mundo que ha inaugurado una cascada. En el Ézaro, el río Xallas desembocaba en espléndida caída sobre el mar. Hace unos años, de manera hoy inexplicable, se autorizó el entubamiento del río en su tramo final. Adiós, catarata. El clamor de protesta fue creciendo. La Xunta consiguió una solución. El río Xallas volvería a caer sobre el mar, pero sólo algunos domingos, durante unas horas. El pasado verano, Fraga inauguró la catarata. La visita a las de Iguazú también tiene un carácter metafórico. Nadie se atrevería a decir entonces que estuviese cansado. Después de 48 horas de ruta aérea, sin reposo en hotel, la comitiva gallega llegó a Iguazú en medio de una tormenta tropical.
 
 

Llovía con una intensidad que velaba la vista. Sólo Fraga se empeñó en llegar al mirador. "Volvió totalmente empapado, balanceándose dificultosamente, hasta un pequeño cafetín donde esperábamos", cuenta uno de los expedicionarios. "Era una imagen chocante, espectral, como si se hubiese puesto a prueba".
 
 

Quizás el gran temporal se anunció en Iguazú. Fraga tuvo un momento triunfal en Buenos Aires. De hecho, la cena del 17 de octubre iba a convertirse en el primer acto electoral de unas elecciones todavía no convocadas. Una gran pancarta de recibimiento. Acomodo para más de 1.500 personas, en un recinto deportivo del Centro Gallego. Pero ocurrió un imprevisto. 

Las entrada de una tonelada de chorizos y lacones, enviada para el multitudinario banquete por el Ayuntamiento de Lalín, fue paralizada por la aduana argentina. Fraga tuvo que mediar in extremis ante aquella conjura contra el cerdo. El propio embajador español acudió al aeropuerto de Eceiza para que llegaran a tiempo las viandas.
 
 

Fraga ha cultivado con un mimo especial los vínculos con las entidades de emigrantes en Hispanoamérica. Para los que se fueron en las épocas de penuria del siglo pasado, y sufren ahora la estrechez de las capas medias suramericanas, Galicia, el País del Adiós, se ha convertido en la Tierra Prometida. El censo de votantes gallegos se ha ido incrementando en la última década. Sus papeletas pueden ser decisivas, seguramente lo serán, para que los conservadores renueven o no su mayoría absoluta. Pero en ese mismo viaje, ya en Santiago de Chile, Fraga tropezó con su sombra. 

El presidente de la Xunta, comprometiendo a la institución y a su partido, calificó el proceso abierto en su momento por jueces españoles a Pinochet como "una anécdota con connotaciones humorísticas" y lo redujo a un montaje de la "ultraizquierda". Hablaba ante un auditorio que mostraba sus simpatías hacia el dictador. Era un gesto que se sumaba a la elegía al franquismo en la CNN, su epílogo y respaldo a un libro que niega el holocausto, sus alusiones hirientes a las parejas de hecho. Otros tropezones en su propia sombra.
 
 

Durante la década, sobre todo al principio, Fraga hizo un esfuerzo por proyectar una imagen de moderación. Buscó la asociación con el llamado "galleguismo histórico". Ahora, en el cambio de milenio, y a medida que la oposición moderaba posiciones, él parecía invertir el camino. Al volver de Chile consiguió un pequeño éxito en el campo de las inclemencias. Como en otros tiempos, centenares de personas conocidas, del mundo de la cultura y universitario, firmaron un manifiesto en su contra. Para el escritor Suso de Toro, uno de los grandes innovadores de la literatura gallega contemporánea, Fraga debería haber dimitido hace tiempo.
 
 

Entre las conexiones con galleguistas establecidas por Fraga desde que alcanzó la presidencia autonómica, en 1989, destaca la de Agustín Sixto Seco, presidente del Patronato Rosalía de Castro. "Yo no soy del Partido Popular", dice el doctor Sixto, "pero el cúmulo de noticias pesimistas nos están haciendo perder el rumbo. Galicia ha progresado radicalmente para bien. Hemos ganado en autoestima. Ya no somos el hombre en la escalera que no sabe si sube o si baja. La del autoritarismo de Fraga es una imagen falsa, se trata de una máscara para ocultar su timidez". ¿Y las vacas? "¡nos queda el cerdo, nuestro a b c !" Para el escritor Suso de Toro, uno de los grandes innovadores de la literatura gallega contemporánea, Fraga ya debería haber dimitido.
 
 

Incluso lo ha pedido por Internet. "Han sido años perdidos. Fraga es sólo propaganda. En su apariencia firme, es un hombre sin principios. Debería haberse marchado con su amigo Antonio Ramilo, otro franquista". Ése es el nombre de otro temporal que ha acabado afectando al campo conservador. Antonio Ramilo. Había sido procurador, alcalde y dirigente del sindicato vertical durante el franquismo, pero nadie como él encarnó el credo "ultraliberal" durante la década. El dimitido presidente de la patronal gallega siempre estuvo muy unido a Fraga. Y flipaba con Margaret Thatcher. 

En cada intervención pública, el blanco principal de sus críticas era la intervención gubernamental en la economía y las ayudas sociales. Hasta que en la Confederación de Empresarios de Galicia se descubrió un agujero de mil millones de pesetas, en gran parte subvenciones de la Xunta. La asociación patronal vive ahora un periodo de tránsito. "Lo ocurrido fue muy preocupante y nos ha desorientado", explica Antonio Fontenla, presidente de los empresarios coruñeses, y con un talante distinto a Ramilo. "Algunas circunstancias críticas que se han dado en Galicia son pasajeras. Nuestra realidad es estable, en un contexto europeo".
 
 

¿Apuesta únicamente por Fraga el empresariado gallego? "Un Gobierno que ofrezca tranquilidad a los empresarios no necesariamente tiene que ser de derechas. Lo que importa es lo que ese Gobierno haga. Nuestro interés es mantener una sintonía. Fraga, en este momento, es el líder más cualificado para Galicia. Le diré una cosa. El recambio, para la derecha, va a ser muy complicado". Las elecciones serán en la primera quincena de octubre y Fraga ya ha adelantado el eje de la campaña. Será una apelación a la década. "Hemos hecho más en esos diez años que en los noventa anteriores". Pero también danza estos días un temporal de cifras que pone en cuestión la visión triunfalista. 

"Galicia presenta hoy un nivel de renta per cápita que alcanza tan sólo el 59,6% de la Unión Europea, ocupando la sexta posición por la cola dentro de una división en 100 regiones", indica Xabier Vence en el último monográfico de la Revista Galega de Economía. "Pero el problema no es que sólo nos encontremos entre las regiones más pobres de la Unión Europea, sino que la tendencia que hemos venido experimentando en las dos últimas décadas fue netamente declinante. De hecho, en 1980 Galicia ocupaba el puesto undécimo por la cola, que se situaba en un 60,6% de la media comunitaria. Regiones como Creta, Calabria, Algarve, Canarias o el norte de Portugal nos ultrapasaron a lo largo de estas dos décadas".
 
 

Si hay algo que ha dejado una huella milenarista imborrable en medio del gran temporal, son las imágenes del enterramiento ilegal de vacas de Mesia, ordenado por la propia Xunta, justo antes de fin de año. Marcan una frontera en la memoria iconográfica de Galicia. La vaca es un tótem. Fraga conoce bien el poder de las fotos cuando quedan fijadas en la retina de la historia. Es la síntesis de un hombre muy tradicional en la forma de mandar, y moderno en su obsesión por el control de la comunicación.
 
 

La imagen Mesía Millenium es el reverso de Palomares 66. Fraga, estos días se ha mantenido cuidadosamente alejado de cualquier vaca. La primeras cámaras en grabar la fosa de Mesía fueron de la Televisión de Galicia, llamada por los vecinos. En vano esperaron éstos ver las imágenes en el informativo. Era "su" televisión. ¿Por qué no aparecía la noticia? Ellos lo cuentan como un rápido aprendizaje en el conocimiento de los mecanismos de manipulación. 

Esas imágenes tampoco se cedieron, cuando lo solicitaron, al resto de las autonómicas ni a Tele 5, que pretendía comprarlas. De hecho, esa cinta ha desaparecido de la televisión de Galicia. También desapareció toda referencia a Felipe González en el acto en que éste presentó a Emilio Pérez Touriño en Madrid. Cuando el Bloque Nacionalista Galego anunció la moción de censura, la noticia apareció en el lugar undécimo. Es un buen criterio para ver los informativos. Hay que fijarse en la undécima noticia. Suele ser la importante.
 
 

La gran novedad es que en los medios públicos gallegos los trabajadores han reaccionado con la profesionalidad de los meteorólogos. Dando a conocer que se encontraban en "el umbral del aviso". Antes lo había hecho la institución del Valedor del Pueblo gallego en un informe en el que afirmaba que los medios públicos no estaban respetando la pluralidad y proponía la creación de un consejo rector autónomo del poder político. Los redactores del centro de TVE han presentado una denuncia por manipulación de su trabajo. En la Compañía de Radio y Televisión de Galicia, más de 250 trabajadores han acordado promover una iniciativa legislativa popular con la propuesta de que el director general de la compañía, que administra un presupuesto de 14.000 millones, sea nombrado en el Parlamento por mayoría de dos tercios y por cinco años.
 
 

¿Dónde está el "umbral del aviso" en las predicciones electorales? El último Barómetro sociopolítico gallego, realizado por la Facultad de Ciencias Políticas de Santiago, registra por vez primera un desgaste, de alrededor de tres puntos, en el respaldo electoral al Partido Popular. El Bloque se mantiene en segundo lugar. Y el Partido Socialista de Galicia, que tras mucho tiempo presenta un liderazgo claro, sube a costa de los conservadores. El Barómetro presenta una Galicia dividida casi radicalmente por la edad, con una juventud que apoya abrumadoramente un cambio. 

Cuando se hizo la muestra (2.500 entrevistas personales), todavía no había estallado en toda su crudeza la crisis de las vacas locas ni se había debatido una moción de censura. "Pero no es probable", opina José María Rivera, coordinador del Barómetro, "que el cambio político ocurra en este ciclo". Por ahora, la oposición está más cerca de escenificar sus diferencias que una entente. El voto de la emigración en América puede ser decisorio. Y en el verano, Fraga inaugura hasta cataratas. Mientras tanto, en la noche, el intrépido Suso de Toro echa en la web Botella al Mar su enésimo mensaje. Esta vez dice: "La resignación es un suicidio cotidiano" (Balzac). 

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