El País Digital
Domingo
6 diciembre
1998 - Nº 947

Anguita se despide del PCE con una llamada a los comunistas para que defiendan sus valores

El secretario general saliente equipara al PSOE con el PP y descalifica a Tony Blair

RODOLFO SERRANO / ANABEL DÍEZ, Madrid
Julio Anguita, hasta ayer secretario general del PCE, pidió en el pleno del XV Congreso de este partido, que inició ayer sus trabajos en Madrid, que se mantengan vivos y se reivindiquen los viejos principios comunistas: anticapitalismo, antisistema y la lucha por una sociedad igualitaria. Equiparó en lo político al PSOE y al PP y llamó a rebato a la militancia para recuperar la lucha en la calle. Anguita, en un discurso de más de una hora, descalificó la socialdemocracia y la tercera vía enunciada por el primer ministro británico, Tony Blair. "Es un simple maquillaje del sistema", dijo.


Julio Anguita, ayer, saluda a Nicolás Redondo
durante el congreso (R. Gutiérrez).
Por primera vez, en la no tan reciente historia del PCE, un máximo dirigente se marcha de forma natural, sin que de una u otra manera le echen. Julio Anguita había anunciado en el congreso anterior su intención de dejar la secretaría general. Lo menos que se puede decir es que ha cumplido su palabra.

Ayer no dedicó a su despedida personal más de media docena de palabras. Su discurso fue, sin embargo, una especie de testamento político en el que, con la excusa de aclarar su informe ante el Congreso, se dedicó a plantear sus recomendaciones y deseos para el futuro del Partido Comunista. Su gran obsesión: demostrar la absoluta vigencia de las ideas comunistas. Para ello, nada mejor que recurrir al pasado. Así que empezó su intervención leyendo un texto de 1956: la declaración del PCE por la reconciliación nacional: "El Partido Comunista sabe que las ideas y soluciones, por muy justas que sean, no se abren camino de la noche a la mañana, simplemente con formularlas. Hace falta luchar por ellas hasta conseguir que ganen la conciencia de las gentes, hasta que maduren las condiciones para que esas ideas o soluciones sean transformadas en realidad".

Y es verdad que el texto comunista sonaba ayer en el salón del Palacio de Congresos sin la más mínima pizca añeja. Anguita mismo se encargó de destacar que estas palabras podían aplicarse hoy como impulso político al partido comunista.

Empezó hablando del PCE. Y terminó hablando de lo mismo. En medio, larguísimos análisis sobre la evolución política internacional, sobre la evolución de los comunistas, y sobre la evolución del capitalismo. Él recordó, emocionado, a los que "hoy están aquí y que han sufrido cárcel y torturas". Allí estaba, entre otros, Simón Sánchez Montero, que escuchó interesado las palabras del ex secretario general comunista.

Pero sobre todo, Anguita quiso dedicar al futuro buena parte de su intervención: advertencias y recomendaciones al PCE, a su sucesor, para que el partido sea un referente social y siga teniendo ese carácter de "hilo rojo" de la sociedad, de la propia Izquierda Unida.

IU, un acierto

De IU destacó lo que ésta organización aportaba al PCE y lo que los comunistas, "con sacrificio y esfuerzo", habían aportado a IU. Para Anguita, su creación fue uno de los grandes aciertos del partido. Posiblemente habría que achacarle al informe del secretario general la ausencia de autocríticas. Ni siquiera la hubo cuando habló de las elecciones vascas. Justificó los malos resultados —pérdida de cuatro diputados, de seis que tenían— a la incapacidad de entender el mensaje por parte de los electores. Sólo admitió que se había confiado demasiado en los medios de comunicación.

El de ayer era un informe que trataba de marcar camino, de dejar abiertas a quienes le suceden en la dirección del PCE las grandes preguntas, de que los que vienen detrás sean capaces de completar lo que él, en sus diez años de mandato, estima que ha desbrozado.

Los comunistas, les recordó, son anticapitalistas, son antisistema y se oponen al orden establecido. Están solos, pero con la razón de su lado. Así deben seguir, reclamó Anguita, y advirtió que ninguna alcaldía, ni ningún sillón valen la renuncia al programa. Porque el programa es, en su opinión, lo que mantiene firme la política de una organización. Muchos de los viejos enemigos del ex secretario general seguían presentes en sus palabras de despedida: "La globalización de la economía, el neoliberalismo, el pensamiento único, la construcción europea".

El último informe de Anguita tuvo mucho de memorial de futuro para los militantes, y cuando habló de otras fuerzas, fundamentalmente del PP y del PSOE, a ambos equiparó en su política. Ambos partidos gestionan, según Julio Anguita, con la idea de acabar con el Estado social, de hacer que el sistema sirva únicamente a sus dueños. "La democracia", dijo, "se ha convertido únicamente en una maquinaria electoral". Anguita, ayer, lo que vino a decir a los comunistas es que sólo ellos quedan para dar "la batalla final".

Las lágrimas del adiós

R. S. / A. D, Madrid
Era ya el final del discurso. No había dicho ni una palabra de sí mismo. Julio Anguita hizo una pausa. Miró como si buscara entre los delegados al congreso algún rostro en concreto o quisiera grabar en su corazón el rostro todos. Permaneció en silencio escasos segundos. Luego, dijo: "Salud. Buen congreso. Y permitidme una licencia personal e impropia de mi carácter: ha sido un honor ser vuestro secretario general".

La sala, entonces, se vino abajo. Fue un aplauso cerrado y prolongado con todos los asistentes puestos en pie. Anguita no sabía dónde mirar. Aparentemente, desconcertado, empezó él también a aplaudir. Intentó acallar los aplausos que resonaban mucho más porque no se oía ni una sola palabra en la sala.

Se llevó las manos a la frente y las bajó a los ojos, en los que comenzaban a brillar las lágrimas. Juntó sus manos en oración pidiendo que cesaran los aplausos. Nadie le hacía caso, y durante tres larguísimos minutos un Julio Anguita claramente emocionado pasaba su vista, tímida, sobre la gente que, puesta en pie, seguía aplaudiendo.

Cuando por fin logró sentarse en la silla, para recibir el abrazo de José Luis Núñez, que estaba a su lado, la mano del ex secretario general del PCE buscó algo por encima de la mesa. Era un gesto casi mecánico, sólo justificado por los nervios. Un delegado, gritó: "¡Bebe agua!", y Anguita, con los ojos brillantes y húmedos, supo ya qué hacer con su mano. Cogió el vaso y bebió un sorbo de agua.

No fue pródigo el congreso en sus ovaciones. Pero alguna hubo. Por ejemplo, la que se llevó Agustín Moreno, del sector crítico de CC OO, cuando se anunció su presencia. También Nicolás Redondo recibió una cariñosa bienvenida de los asistentes. Más calurosa que la que dedicaron a José María Fidalgo, que acudió en representación de Antonio Gutiérrez, líder de CC OO. Cándido Méndez, secretario general de UGT, recibió un aplauso cortés.

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