El País Digital
Miércoles
7 julio
1999 - Nº 1160

Maragall propugna que sean oficiales en toda España las lenguas autonómicas

El ex alcalde dice que el castellano es "patrimonio esencial de Cataluña"

XAVIER VIDAL-FOLCH, Bruselas
Catalanista hasta la médula y ciudadano español sin complejos. Nunca hasta ahora un líder político catalán con amplio apoyo electoral había hecho una defensa tan radical al mismo tiempo de la expansión de la lengua catalana en toda España como de la protección del castellano en Cataluña. La protagonizó en Bruselas el candidato socialista a la Presidencia de la Generalitat, Pasqual Maragall, al propugnar que las tres lenguas autonómicas adquieran el rango de oficiales en toda España, y defender que el castellano es "patrimonio esencial de Cataluña". Maragall apostó también por el traspaso de competencias desde las autonomías a los municipios.

Fue un acto preelectoral, pero pese a ello el ex alcalde de la Barcelona olímpica se mojó a fondo en uno de los asuntos más delicados para el electorado catalán. Fue en el foro Europa en progreso, constituido sobre todo por altos funcionarios europeos y tras recibir la alternativa de manos del ex Alto Representante Internacional para Bosnia Carlos Westendorp y del secretario general de la OTAN, Javier Solana. "El castellano es patrimonio esencial de Cataluña, que los catalanes tenemos y vamos a recuperar", dijo Maragall. Porque "formar parte de una de las cuatro lenguas vehiculares de las cuatro culturas más universales del mundo constituye un privilegio".

Estas palabras son muy similares a las que pronunció el presidente francés François Mitterrand en su mensaje-testamento al Parlamento Europeo en febrero de 1995, cuando destacó que sólo la cultura española -y no la francesa, subrayó valientemente, para su dolor- es capaz de hacer la "competencia" a la anglosajona. Pero una cosa es que lo descubran los franceses y otra que lo testimonie un catalán con apoyo electoral.

Patrimonio común

Pero si Maragall fue más lejos que nadie en la defensa del castellano como parte del patrimonio cultural catalán, también desbordó a todos en el impulso al catalán como elemento del bagaje cultural español. Estableció como objetivo de su mandato -si lo logra- que "España reconozca como idiomas oficiales", junto al castellano, al catalán, el gallego y el euskera. Quizá para disolver reticencias ante un público mayoritariamente no catalán, puso como ejemplo de ese nuevo estatuto lingüístico un dato meramente simbólico: el hecho de que en los billetes del euro figuren las cuatro lenguas del Estado.

"No se trata de obligar a que los estudiantes de Almería aprendan el catalán", aseguró. Pero la oficialidad tendría evidentemente mayor trascendencia (aunque no la concretó) que la impresión de moneda, como el derecho de uso ante instituciones oficiales y en el papeleo administrativo. La propuesta parece prefigurar un nuevo "pacto lingüístico" que desborde los límites nacionalistas y centralistas y establezca nuevos derechos y deberes. En cuanto al papel de la Administración en la cultura, propugnó "no entrometerse demasiado" porque "la cultura en Cataluña está demasiado intermediada, la libertad debe prevalecer".

El candidato abordó también el otro gran debate nacional, la financiación autonómica. Criticó, sin nombrarle, a Jordi Pujol, al señalar que la cultura de la queja es muy fácil, porque no necesita argumentación lógica. "Pero todo el que se considera discriminado debe fijar en qué punto desaparecería la discriminación", porque de lo contrario pone en marcha un juego de horizontes infinitos. Maragall defendió que "el sistema foral y el común deben llegar a coincidir en sus resultados", aunque eso "tarde tiempo" en conseguirse.

El candidato socialista propugnó la descentralización del poder autonómico hacia el local con la transferencia a los municipios de las competencias en vivienda, escuela primaria (y la secundaria, a título voluntario) y las políticas activas de empleo, para "acercar" el poder a la ciudadanía.

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