El País Digital
Domingo
14 febrero
1999 - Nº 1017

Dos sevillanos que triunfan en la Red

La empresa Arrakis, comprada por British Telecom, ha concentrado en tres años el 15% de los usuarios de Internet en España

ALEJANDRO BOLAÑOS , Sevilla

Luis Torrado, (izqda.) y su hermano Germán, en
las oficinas de Arrakis (G. Cordero).
Hace un lustro no existía. Ahora, sus ordenadores gestionan la conexión de 65.000 personas (el 15% del tráfico español) a la última revolución tecnológica. A finales de 1997, Luis Torrado recibió la llamada de Retevisión y pensó que se trataba de una broma. France Télécom, British Telecom (BT) y Telefónica le hicieron ver que la cosa iba en serio. Los gigantes de las telecomunicaciones habían puesto sus ojos en Internet y en los mentideros cibernéticos, Arrakis se había convertido en una apuesta segura. Tras meses de negociaciones, British Telecom anunció hace 10 días su compra.

Luis Torrado es, con 31 años, el alma máter de Arrakis, la empresa líder en número de usuarios de Internet en España. Ocupa un amplio despacho en un edificio del Parque Tecnológico Cartuja 93, de Sevilla. Un escenario que contrasta groseramente con el habitáculo sin ventanas y de estanterías repletas que ilustra una página de la revista interna que edita la compañía.

"Ya me hubiese gustado tener un garaje", dice Torrado, mientras señala el que fue su lugar de trabajo entre 1992 y 1995. El destartalado taller y las amplias oficinas se ajustan con facilidad en el principio y el final de la exitosa historia de un triunfador. Y, sin embargo, la palabra "fracaso" marca el relato de Torrado.

Internet ha modificado la dimensión del tiempo. Para el calendario de la Red, un lustro es mucho, y una década, una eternidad. El vértigo también parece instalado en la vida de este sevillano. Con 19 años, era el chico para todo de una tienda de informática.

Dos años después era comercial en una empresa de venta de ordenadores. "Tenía que explicarle a notarios de 60 años para qué servía un 286 ", detalla. Fue cuando se dio cuenta de que eso era lo suyo. "Yo, de mayor quería ser programador, eché muchas horas con el [lenguaje] Cobol". Pero el encuentro con Juan Ignacio Rodríguez, "un loco de la informática", le desanimó.

Torrado conocía a Rodríguez porque ambos participaban en la Fidonet, uno de los precursores del actual Internet. Un día, Luis decidió dar una lección al que unos años después sería su socio en Arrakis. "Sabía que tenía problemas con la instalación de una disquetera y me acerqué a su casa para explicarle cómo se hacía".

Allí se encontró "con una barbaridad de cables y disqueteras unidas de forma inverosímil, y a Juan Ignacio, con un soldador en la mano". "Salí de allí pensando que era la primera y la última vez que hablaba con él". Ahora comparten, junto a otros dos hermanos de Luis, Germán y Cristina, el mando de Arrakis.

En 1992, Torrado dio un nuevo volantazo. "Tenía a mi novia impresionada, cobraba 250.000 pesetas al mes ". Pero entonces decidió dejar su puesto de jefe de ventas. "No me dejaban hacer las cosas como quería". Es su explicación a lo que muchos considerarían una equivocación. "Es que nunca he tenido miedo al paro, sé que siempre voy a salir adelante".

Los siguientes años pusieron a prueba la confianza de Torrado. Su hermano mayor, Juan, le pasó un pequeño taller de reparaciones de ordenadores en Sevilla Este, un barrio periférico de la ciudad. Luis Torrado llamó a Rodríguez para que le ayudara como técnico. Rodríguez era un estudiante que tenía difícil encaje en la Universidad -"le echaron de dos facultades", asegura Luis-, pero que disfrutaba con los ordenadores y los pirateos en el incipiente Internet.

"Le encantaba cambiar la tabla de gimnasia de los astronautas de la NASA, les ponía 800 flexiones a las 8 de la mañana", recuerda Torrado. A partir de aquí, los annus horribilis. "Entre 1992 y 1995 apenas hacíamos poco más que reparar spectrum y Pc y pedir créditos".

Torrado, que compartía casa con un compañero, tuvo que volver a la de sus padres y trabajaba "diez horas diarias, incluidos fin de semana, y nada de vacaciones", para mantener el negocio.

"Por si teníamos poco, nos robaron hasta el último tornillo". El destartalado taller, que había sorteado las visitas de los inspectores de Trabajo, recibió la de los ladrones. "En la compañía de seguros creían que nos habíamos autorrobado, porque eramos gente de dudoso cobro". Luis, José Ignacio y Germán, 20 años entonces, emprendieron una "huida hacia adelante". Luis usó su habilidad "para que los directores de banco siguieran prestando dinero" y en enero de 1996 alumbraron Arrakis. Olvidaron la reparación e iniciaron la aventura de Internet.

Telefónica estableció en 1995 Infovía para facilitar la relación entre los usuarios de Internet, las empresas que gestionaban los accesos (como Arrakis y, este año, otras 800 empresas españolas más) y los proveedores (ahora Telefónica, Retevisión y BT).

"Era como la conquista del Oeste, te ponías en la línea de partida, y a colonizar", dice Torrado. El administrador de Arrakis trata de explicar por qué en mayo de 1997 ya eran los líderes en accesos, con 34.000 usuarios registrados. Una cuota de inscripción reducida (3.000 pesetas al trimestre), una campaña de marketing barata -"usamos un mailing a las tiendas de distribución que nos costó 15.000 pesetas"-, son algunos de los motivos que esgrime Torrado.

"Nosotros facilitamos la contratación al máximo, si alguien me dice que es el Pato Donald y vive en Walt Disney, yo me fío y le doy de alta". Se corrió la voz de que Arrakis permitía el acceso a Internet con inusitada velocidad, y el boca a boca, vía correo electrónico, hizo el resto.

Una estructura innovadora

En las oficinas de Arrakis trabajan 108 personas. Para la mayoría de ellos (el 78%), éste ha sido su primer empleo, y la media de edad es acorde con un negocio tan novedoso: 27 años.

El ala de programadores es eminentemente masculina, fundamentalmente universitarios que compatibilizan los últimos cursos de informática con jornadas laborales.

"El 98% de nuestros clientes son hombres", explica Germán Torrado, coordinador de ventas, ante la evidencia: en las áreas de secretaría, administración y teleoperadoras, la presencia femenina es apabullante. "Ellas tienen más capacidad de comunicación y de comprensión ante las quejas de los clientes", justifica Luis.

La organización del trabajo ha sido otra de las peculiaridades de la cultura Arrakis. Aquí, la labor de su hermana Cristina (psicóloga, de 28 años) ha sido "fundamental". "Nuestro problema era que no teníamos dinero para pagar currículos brillantes", dice la directora de recursos humanos. Entonces decidieron seleccionar "personalidades". "Tiene que ser gente con un perfil autodidacta, con capacidad para ilusionarse y un alto grado de especialización, pero pueden tener una formación muy informal".

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