Enemigos son el único grupo de rock de su generación que sigue contando con una considerable legión de seguidores. El noveno álbum de los madrileños les muestra más relajados y menos amargos que nunca, a pesar de titularse Nada.

Texto: Fernando Martín

NADA ES EL título del noveno disco de esta clásica formación del rock ibérico que definitivamente ha pasado de trío a cuarteto con la incorporación como miembro del grupo a todos los efectos del guitarrista Manolo Benítez. Josele, Fino y Chema culminan con este álbum casi tres lustros de rock and roll duro, áspero, desesperanzado, en los que les ha pasado casi de todo.

Su música ha quedado reflejada en discos poderosos de naturaleza cómplice para los jóvenes españoles de los años noventa, que han recibido y devuelto sus primeros golpes teniendo en la cabecera discos como Ferpectamente, Un tío cabal, La vida mata, La cuenta atrás, Tras el último no va nadie, Sursum corda, Hermana Amnesia o Gas. Ahora, a punto de cambiar de siglo, los madrileños ponen el punto de mira en una cierta serenidad artística, que se traduce en los 12 temas que forman su último disco.

Tentaciones. ¿Por qué el título Nada?
Josele. Porque no tienes más que ver la portada [una piscina vacía]. Sin verla todo el mundo dirá que es un título muy negativo, pero tiene un doble sentido: la piscina está vacía y que nades si tienes cojones. Que aunque no haya nada, lo que hay que hacer es moverse, porque si no te mueves no hay nada. Ni siquiera tú.

¿De dónde han salido las canciones de este disco?
Fino. Llevábamos casi dos años y medio tocando por ahí y haciendo temas. Nos llegamos a juntar con unos veintitantos. En julio decidimos parar el carro y dejar de tocar para centrarnos un poco en el proyecto, porque nos habíamos tirado dos o tres años grabando bandas sonoras y haciendo homenajes a Serrat, Lorca, Rosendo, etcétera.

¿Influyó de algún modo el cambio de compañía de RCA a Chewaka?
Fino. La salida de RCA no fue en absoluto traumática. Aún nos quedaba un disco, pero pedimos la carta de libertad porque vimos que tampoco había demasiada ilusión a la hora de encarar nuestro proyecto con visión de futuro. Para nosotros, después de ocho discos es muy importante que haya un equipo de gente que se entusiasme mucho con tu proyecto, con tu trabajo, y a eso es a lo que le dimos mayor importancia a la hora de tirar para adelante. Apareció la gente de Chewaka y aquí estamos.

¿No es uno de los discos más variados del grupo?
Fino. Teníamos claro que no queríamos hacer un disco superlargo. Buscábamos que fuera efectivo y claro. En estas canciones que escogimos había bastante variedad musical.

Aquí hay temas, sobre todo las baladas, que no suenan a los Enemigos de toda la vida
Josele. No se yo hasta qué punto. Siempre ha habido baladas en los discos de Enemigos. Lo que pasa es que quizá no se han tenido tanto en cuenta porque no las hemos explotado tanto en directo o por la radio.

Pero parece que tienen más peso en el disco.
Josele. No sé… Puede que alguna más que otra, pero no considero que sea algo tan significativo. También puede que sea en reacción al disco anterior, Gas. El de ese disco era un concepto más punkarrón de grabación. En éste hemos llevado muchas guitarras y amplificadores y eso se traduce en una serie de sonidos más sutiles. Lo de este disco ha sido una reacción lógica. No es que un método sea mejor que el otro; es que después de uno, me apetece el otro. El siguiente disco supongo que será desparramado del todo.
Chema. Puede ser que los temas lentos tengan más peso específico dentro del álbum. No es tanto un disco centrado en las canciones rápidas con canciones lentas metidas con calzador.

¿No es el disco menos amargo del grupo?
Josele. Hombre… Sigue destilando un cierto desencanto, pero como más asumido y más de que da igual todo. De que son cuatro días y ya está. Menos trágico, diría yo.

La muerte, uno de los temas más recurrentes del grupo, parece menos presente en este disco.
Josele. La muerte es un tema que con el tiempo se va asumiendo, aunque siempre sea una obsesión que uno lleva dentro. Pero con una sola vida a mí me basta. Ya está muy bien.

¿Cómo va a recibir el público del grupo este nuevo disco?
Fino. Espero que la gente que nos conoce y nos ha seguido desde el principio encuentre que nuestra trayectoria hasta este disco nuevo ha sido coherente. De todos modos, sin que haya ningún cambio radical, pienso que lo que hay en este disco va a sorprender un poco; a nivel musical y de textos. Después, cuando llegue la hora de tocarlo en directo, veremos si nos sigue la misma gente de siempre o ha habido incorporaciones de gente nueva que se ha acercado a este proyecto, que ha puesto el oído y se ha enganchado.

Apenas hay colaboraciones de otros músicos en el disco
Chema. Sí, no ha habido más que un sólo de guitarra de Suso Sáiz y unos coros de una amiga nuestra.
Manolo. Teníamos pensado meter teclados e, incluso, gaitas en algunas canciones, pero, cuando vimos cómo iba quedando la cosa, decidimos que no hacía falta nada más.
Josele. Y eso que nos ahorramos también.

¿Estáis satisfechos?
Fino. Creo que ha sido una buena producción en la que hemos podido viajar, comer de puta madre,…
Chema. Está muy bien eso de marcharte a grabar fuera de Madrid [el disco ha sido grabado en Euskadi] y vivir en el estudio o en el caserío de al lado, porque estás todo el tiempo concentrado en la grabación.

En este disco hay un tema dedicado a An-tonio, el cantante y compositor de Algeciras que falleció el año pasado sin haber visto su primer disco en la calle.
Josele. La movida es que An-tonio, que fue una lástima de muchacho, me llamó pa ra trabajar con él en un disco, y al final la cosa se quedó en menos de lo que iba a ser. Teníamos unas doce o trece canciones ya ensayadas. Yo tenía la duda de si hacer una de aquellas canciones en este disco o hacer una ex profeso para él. Al final pensé que ha cer una canción suya sin que él estuviera delante para dar su opinión no procedía. Así que me puse un día y me sa lió esa canción, que en mi opinión no cae en tremendismos.

Nosotros nos sentimos cada día un poco más libres. Nos enorgullece llamarlo música. Desde el jergón, Josele Santiago.

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