El País Digita
Domingo
21 marzo
1999 - Nº 1052

La Alhambra clónica del desierto

La copia del monumento granadino que se ha hecho en casa el hijo del rey Fahd estará acabada para fin de año

KARMENTXU MARÍN , Granada
En el verano de 1997, en plenos calores de finales de julio, el príncipe Abdelaziz Bin Fahd, hijo del rey Fahd, de Arabia Saudí, acampó con jaimas, alfombras, equipos de aire acondicionado, camionetas con sanitarios de lujo, viandas y séquito vario en el Llano de la Perdiz, un altiplano situado sobre la Alhambra, en pleno parque de la Dehesa del Generalife, desde donde se divisa Sierra Nevada y parte del Sacromonte.

Había ido allí, dijo, para orar, procedente de su fastuosa mansión de Marbella, con la intención de instalarse con armas y bagajes en la propia Alhambra. Pero, afortunadamente, los responsables del Patronato del monumento se lo tomaron a broma. Hay quien asegura que Abdelaziz, acampado en lo alto de aquel parque, de titularidad municipal, y con una parte de terreno propiedad del conocido constructor Ávila Rojas -alcalde y constructor, encantados con su presencia-, llegó a esbozar alguna intención del tipo cuánto vale, que me lo envuelvan. Le gustaba pensar que fue en aquel paraje donde durmió Boabdil. Se sentía en su casa y en su historia.

Para entonces había visitado la Alhambra en siete ocasiones, y tenía ya en marcha su capricho de construírsela en casa, en Riad, metro a metro, fuente a fuente, león a león, grieta a grieta. Un proyecto que podría estar terminado para fines de este año. Pero lo de copiar Sierra Nevada en el desierto resultaba, quizá, más complicado.

Abdelaziz demostró que, decidido a poner una Alhambra en su vida, no se andaba con chiquitas. Hizo contratar cartógrafos, arquitectos, fotógrafos, jardineros, artesanos, expertos en historia, objetos y mobiliario de la época en Francia, Marruecos, Granada, Almería. Encargó las obras, que han incluido el Patio de los Leones, el Patio de los Arrayanes, El Partal y la Torre de Comares, a un prestigioso grupo de arquitectos e ingenieros de París, Oger International, y decidió que su Alhambra tenía que ser idéntica, hasta el punto de que ha llegado a tirar y rehacer el Patio de los Leones porque le había quedado un poco pequeño. Todos, desde los arquitectos hasta el último alfarero, fueron convocados bajo un solo lema: al que abra la boca sobre el proyecto se le revoca el contrato.

El director general de Oger International, André Volpelier, ha remitido esta misma semana al Patronato de la Alhambra copia de toda la planimetría obtenida, 222 CD-ROM y fotografías de 7.380 metros cuadrados del palacio. Volpelier decía, en carta dirigida al alcalde el pasado lunes, que se ha realizado en Arabia Saudí una superficie decorada de unos 12.000 metros cuadrados, según los métodos tradicionales y respetando los gráficos originales; que los artesanos de la región de Granada han suministrado 1,6 millones de ladrillos para las fachadas y 4.500 metros cuadrados de loza de barro para los suelos, y que sus equipos han pasado en la Alhambra cerca de 5.000 horas.

Abdelaziz llegó a tener hasta 150 técnicos trabajando a la vez en la Alhambra, pero, según cuenta Sebastián Pérez, concejal de Relaciones Institucionales, del PP, en cuanto vio que se empezaba a poner en solfa su proyecto, sobre todo a raíz del polémico viaje del alcalde, Joaquín Díaz Berbel, a Riad, "montó en cólera y cortó sus relaciones institucionales".

Pérez visitó, con Díaz Berbel, la Alhambra saudí -"tiene también allí la Mezquita de Córdoba y la Giralda de Sevilla, a la que sólo le falta el giraldillo"-, y recuerda "cómo en mitad del desierto entras en el bosque de la Alhambra y luego subes a la colina". Después les anunciaron una sorpresa, "y nos metieron con los coches en el Patio de los Leones. Lo han copiado con un rigor histórico y artístico que te caes de espaldas. Hasta los desperfectos de las paredes". Para que nada falte en esta Al Ándaluslandia, el príncipe se ha hecho también a domicilio la cordobesa Medina Azahara.

El Patronato de la Alhambra, que preside Mateo Revilla, facilitó a los arquitectos franceses la realización de planos y fotografías y el acceso a los archivos, y les indicó los artesanos y ceramistas de la zona. Hay otros que trabajan desde Marruecos, y, dado que los leones están hechos en mármol de Macael, Almería, allí se han dirigido los enviados principescos para que al hijo de Fahd le salgan los felinos clavados. Revilla quiere dejar claro que su vinculación al proyecto, que califica como "una locura de este tipo", ha sido de mera colaboración.

Los ladrillos de la Alhambra clónica se cuecen en dos hornos árabes de Otura, cerca de Granada. Isidro y Manuel Ruiz Muros, y el hijo de éste, Manuel Francisco, han crecido hasta llegar a 10 personas a raíz de los encargos. No abren la boca "hasta que esto acabe". Sólo corrigen al concejal Pérez, que aseguraba que iban a facturar entre 2.000 y 4.000 millones de pesetas. "Serán cientos, no miles de millones. Al menos hasta el momento". Porque, como cuenta el alcalde, la familia real saudí es de 800 miembros, y parece que se están aficionando a construir con material andalusí .

La Alhambra de allí no será lo mismo, porque "no ves la sierra, no ves los árboles", dice Manuel Francisco. ¿Y para cuándo el Mercedes o el Rolls? "Primero hay que ponerse los dientes", contesta su padre, dejando ver las mellas al sonreír.

El alcalde Díaz Berbel y 'Mister Marshall'

El proyecto contó, desde el primer momento, con la complacencia regocijada del alcalde de Granada, Joaquín Díaz Berbel, del PP, personaje peculiar que, desde la acampada de Abdulaziz con las jaimas, vio en el multimillonario príncipe saudí, al que califica como "un tío superhumano", un personaje a través del cual redondear su figura pública y un Mister Marshall del desierto que quizá iba a elegirle como mediador para verter sus dones sobre Granada. O Abdulaziz le prometió el oro y el moro -valga la expresión- o, como acusa la oposición municipal, confundió el alcalde lo público con lo privado e, invitado como deferencia por permitir al príncipe acampar en el Llano de la Perdiz, pensó más bien que el hijo del rey Fahd le había escogido por su personal donaire.

Algo de tal confusión puede haber. Cuando el príncipe acampó frente a Sierra Nevada, Díaz Berbel subió, dice, "a cumplimentarle". Luego, Abdulaziz le pidió que se quedara a comer, y, entre cordero y cordero, salió una invitación a Riad, adonde, por cuenta de Su Alteza, Díaz Berbel se llevó su propio séquito, en el que iban su mujer, su hermano, tres concejales de su partido con sus esposas, dos de sus hijos, su nuera, su jefe de prensa y su chófer, entre otros. El alcalde, que cuenta fascinado cómo le alojaron "en el hotel-palacio donde días antes estuvo Nelson Mandela", dice que el príncipe quería invitar a todos los que le habían hecho fácil su estancia en Granada. Pero resultó un elenco algo difícil de vender en el Ayuntamiento como visita privada, y provocó rechiflas e interpelaciones de la oposición, que no entendía cómo, si el viaje lo hacía en su calidad de munícipe, se había hecho acompañar sólo de sus correligionarios.

"Senador del Reino"

Máxime cuando al alcalde se le ocurrió decir que acudía a Riad enviado por el Gobierno para un asunto de venta de aviones de CASA. El desmentido del Ministerio de Industria y Energía le hizo traspasar el supuesto origen del encargo al embajador de España en Arabia Saudí, que también lo negó posteriormente. Reveses que no desaniman a Díaz Berbel, "senador del Reino", como gusta recordar, quien, con motivo de la reciente visita a Riad del príncipe Felipe, en la que se habló de los aviones, cuenta que se dijo a sí mismo: "Hombre, pues estamos los dos trabajando en la misma historia".

El caso es que el alcalde está molestísimo con la punta que PSOE e IU sacan siempre a sus viajes, a veces a cargo del presupuesto municipal, otras invitado por empresas privadas, con una mezcla que encuentran poco clara de representatividad, funciones, campo y playa. Y, lo que es peor: considera que el silencio de Abdulaziz hacia él desde el verano pasado -ni una llamada, ni una carta, ni una postal- es consecuencia de lo que "le molestó que se le ridiculizara y criticara, por pura envidia".

Con todo lo que le había prometido financiarle: la rehabilitación de la kuba del Cuarto Real de Santo Domingo, "para la que el agá Jan ha dado ya algo más de veinte millones"; la traducción al árabe de la obra de Lorca. "Todo empantanado". Mister Marshall ha vuelto a pasar de largo.

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