El País Digital
Sábado
17 julio
1999 - Nº 1170

Cien entidades reúnen a un millar de personas en la concentración antirracista de Terrassa

La Policía Municipal detiene a un joven por apología de la xenofobia

CRISTINA ANDREU, Terrassa
Después de cinco días de incidentes xenófobos en el barrio de Ca n'Anglada, en Terrassa (Barcelona), continúa la tensión entre los vecinos. Los magrebíes, amedrentados, siguen sin salir apenas de sus casas tras el apuñalamiento de un marroquí y los ataques a tiendas y coches. El fiscal jefe de Cataluña, José María Mena, anunció que la justicia actuará "con celeridad y contundencia", pero de momento sólo hay un detenido, Carlos Javier Egea, de 21 años, por apología de la xenofobia. Una concentración por la convivencia convocada por un centenar de entidades reunió a un millar escaso de personas.

Concentración por la convivencia, ayer, frente
al Ayuntamiento de Terrassa (Efe).
Ya por la noche unos 200 vecinos se congregaron por sexta noche consecutiva para protestar contra la presencia de inmigrantes magrebíes en la zona. Increparon a los periodistas, les obligaron a abandonar la zona y se dispersaron hacia las 23.15, informa Efe.

A la concentración antirracista en la plaza del Ayuntamiento asistieron unas 1.000 personas entre ellas políticos, sindicalistas y un grupo de inmigrantes. Terrassa tiene más de 160.000 habitantes. Al finalizar el acto se leyó un manifiesto en árabe y en catalán en el que se pedía a los vecinos de Ca n'Anglada que no se dejen llevar por actitudes racistas y xenófobas que impulsan grupos radicales organizados.

Y ayer, precisamente, a quienes menos se veía por las calles era a los magrebíes. El viernes, día de rezo para el Islam, el oratorio de Terrassa permaneció vacío. Un marroquí que vive en Terrassa desde hace más de 20 años, Mohamed B., decía delante de la mezquita de Ca n'Anglada: "La gente ya no se atreve a venir a rezar, antes eramos más de cien y ahora somos siete u ocho, los demás tienen miedo de salir de casa". Mohamed explicó que la plegaria de las nueve se hizo con protección policial. "Luego, decidimos no volver para el encuentro de las once de la noche por miedo a lo que pudiera pasar", agregó Mohamed, mientras un vecino del barrio le llamaba "español de segunda". Para el vecino, la responsabilidad de lo que esta pasando en el barrio es del alcalde de Terrassa, el socialista Manuel Royes, quien ayer confesó su preocupación por la evolución de los hechos. "Teníamos la ilusión de que cada día iría a menos y que en dos o tres días el problema se minimizaría, pero no ha sido así: fue un calculo equivocado", se lamentó.

Royes pidió a todos los vecinos "sentido común y responsabilidad" y les recomendó que no salgan de casa más de lo necesario, para "conseguir hacer abortar las manifestaciones nocturnas". El portavoz del Gobierno, Josep Piqué, hizo un llamamiento "a la calma" para evitar nuevos incidentes y prometió que el Ejecutivo será "inflexible e implacable" en la defensa de los derechos de los inmigrantes. El Defensor del Pueblo adjunto, Antonio Rovira, ha abierto una investigación sobre esos hechos y ha pedido explicaciones a la Generalitat, a la Delegación del Gobierno y al Ayuntamiento de Terrassa.

El consistorio ha anunciado que impulsará con urgencia el plan de promoción que tenía previsto para Ca n'Anglada que básicamente prevé una renovación urbanística acompañada de medidas sociales, pero según el alcalde "por muy deprisa que se vaya no se podrán ver resultados antes de un año o año y medio". En todo caso, la aparente tranquilidad de ayer en el barrio se debía sólo al enorme despliegue policial.

"No entiendo que antifranquistas lancen piedras a centros islámicos"

SILVIA MARIMON, Terrassa
El párroco de Sant Cristòfol, Jesús Navarro, optó el pasado jueves por una homilía sin oraciones, ni cánticos ni referencias bíblicas. Sólo silencio. Navarro lleva siete años trabajando en esta parroquia del barrio de Ca n'Anglada de Terrassa -un referente en épocas de la lucha antifranquista- y, según él, hasta el pasado fin de semana la convivencia había sido pacífica.

Sin embargo "ahora ha salido todo el odio que hacía meses que latía". Pese a que, dentro de la iglesia, opta por el silencio, opina que, en la calle, el mutismo implica "apoyar a estos energúmenos racistas". Él está decidido a hacer todo lo que esté en sus manos para que la calma vuelva a este barrio y, harto de que la gente se calle, está decidido a hablar para recuperar algo que el barrio ha perdido: la convivencia.

"Una pequeña disputa ha hecho salir todo el odio, pero estoy seguro que hay alguien que está moviendo los hilos. No entiendo de dónde ha salido. Nos ha cogido por sorpresa. Ahora vas por la calle y oyes todo tipo de comentarios que dan miedo. Éste es un barrio obrero, hay muchas familias desestructuradas y mucho paro. Un enemigo de fuera es perfecto para utilizarlo como chivo expiatorio", explica.

Jesús Navarro encuentra "incomprensible que gente que ha participado en la lucha antifranquista ahora se dedique a lanzar piedras contra los locales islámicos". "Estoy muy preocupado porque han encendido una mecha. La gente tiene mucho miedo."

Para el párroco una de las explicaciones de lo ocurrido es que "ahora hay muchos más inmigrantes que viven hacinados .Hace ocho años vino un importante número de inmigrantes, cuando tuvieron trabajo y dinero se trajeron a sus esposas e hijos, que han llegado hace un par de años. No tienen espacio para los niños y éstos siempre están en la calle y como son extranjeros, molestan. En el barrio hay gente muy racista que se ha aprovechado de gente con poc seny [poco sentido], los cabezas rapadas, para que les hagan el trabajo sucio. Y esto hay que denunciarlo".

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