El País Digital
Domingo
14 marzo
1999 - Nº 1045

La Academia se 'enrolla' y deja paso a los que 'entienden'

El nuevo Diccionario de la Lengua prevé incorporar palabras callejeras y desprenderse de definiciones machistas

FRANCISCO PEREGIL , Madrid
Palabras como lesbianismo, leopardo, hachís y ligón cambiarán de significado. Otras, como desenamoramiento, escanear, estresar, exfoliante, elevalunas, doping, facha ("fascista; de ideología reaccionaria"), lehendakari, derechización, deneí (documento nacional de identidad), decatleta y liposucción, pueden encontrar cobijo en el nuevo Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), que se prevé publicar en el 2001.

Los académicos españoles han editado hasta el momento tres boletines cuatrimestrales con las enmiendas y adiciones que pretenden incorporar a la obra. En el primero, dado a conocer en febrero del año pasado, se incluían términos como alucine, airbag, cederrón, clónico y bakalao. En los dos últimos se revisan todas las palabras desde la d hasta la l.

Como es norma, el listado de términos está sujeto a la aprobación del resto de las academias hermanas de América. Pero todos los vocablos que a continuación se reseñan han gozado de la aquiescencia de los académicos españoles.

Así pues, el Diccionario abrirá sus puertas, con la venia de los lingüistas hispanos, a términos heredados de la actualidad informativa, como espalda mojada (persona que entra o pretende entrar ilegalmente en un país, atravesando un mar o un río), humanitario (que tiene como finalidad aliviar los efectos que causan la guerra u otras calamidades en las personas que la padecen), dacha (casa de campo rusa), demarrar (en ciclismo, acelerar la marcha para dejar atrás el pelotón) y gobernabilidad.

El Diccionario aprovecha su nueva edición para desprenderse de ciertos lastres machistas, para tomar conciencia ecológica respecto a ciertos animales y para mostrar mayor tolerancia con alguna creencia.

El lesbianismo pasará de ser "amor lesbiano" a "homosexualidad femenina". Se aceptará el verbo entender con la acepción "ser homosexual". Y fuentes de la Academia señalan que la palabra sodomía, cuya definición queda para la historia como una de las más retrógradas del Diccionario, dejará de ser algo que va "contra el orden natural".

El hombre, en su concepto más amplio, nunca más se definirá como un "ser animado y racional". En el futuro será cualquier varón o mujer capaz de expresarse mediante el lenguaje articulado.

El leopardo, que ahora es "cruel y sanguinario", en el 2001 habrá dejado de serlo. Parecida suerte correrá también el perro chino, casta o variedad de can con la que los académicos parecen haberse ensañado: "Es estúpido y pacífico, y está siempre como tiritando". En la siguiente edición, al menos, ya no será estúpido. El fletán, que ahora no hay quien lo encuentre entre las 83.018 voces de la obra, gracias al conocido contencioso pesquero con Canadá, gozará de una minuciosa descripción.

El luteranismo ya no será la "secta" de Lutero, sino la "doctrina" de Lutero. Y el "conjunto o totalidad de los seguidores de Lutero" se convertirá, con el nuevo milenio, en la "comunidad de los que viven en la confesión luterana". Por tanto, ya no seguirán a un líder, sino que vivirán en una confesión.

En el Diccionario vigente, el hachís es una composición que produce "una embriaguez especial y es muy usada por los orientales". En la siguiente edición, la frase concluye con la palabra especial. No se especifica si la "composición" ha dejado de ser usada por los orientales o también lo es ya por los occidentales.

Puede que sólo la Academia observara a los ligones/as como gente que entabla con frecuencia "relaciones amorosas". En adelante, esas relaciones también serán sexuales. El "yaz" seguirá siendo un género de música derivado de ritmos y melodías afronorteamericanos. Pero a partir del 2001 se podrá escribir jazz en vez de yaz.

Términos como el elepé (disco musical de larga duración), precisamente ahora que se encuentra en vías de extinción y deja paso al CD; personajes como Jaimito, ahora que casi ya no se cuentan chistes de él, han conseguido introducirse también en estos boletines de la Academia.

Bocanadas de aire callejero podrán colarse de la mano de expresiones como empurar, estriptís (la Academia ha decidido de momento convertir estriptis en palabra aguda, con tilde en la última i), guiri (turista extranjero), enrollarse (portarse bien; tener relaciones amorosas, normalmente pasajeras), escaquearse, empiltrarse, empanada mental, embolado, garrulo (y no gárrulo, tal como se recoge ahora), fantasma (persona presuntuosa), meter la gamba, gagá (lelo), darse el filete, emporrado.

Se suprime letrada como "mujer del letrado", pero no alcaldesa como mujer del alcalde, en su primera acepción, ni coronela como mujer del coronel, ni generala como mujer del general. ¿Por qué? "Porque letrada como mujer del abogado no se suele utilizar", señala una fuente de la Academia. "Sin embargo, alcaldesa y generala, sí, aunque no nos guste".

Cómo nacen las palabras
Hasta hace tres meses, los académicos sólo disponían de su buen oído y sus lecturas para captar lo que se habla en la calle. Desde enero cuentan, además, con un portentoso sistema informático que, en cuestión de segundos, les ofrece un minucioso paseo por la historia de cualquier palabra que se haya escrito en algún medio.

"Basta teclear una palabra que no recoja el diccionario y darle a una tecla. Aparecerán entonces todos los artículos en que se usó. En cuanto tenemos unas diez veces citado un término por distintos autores y distanciados en el tiempo, se empieza a estudiar su incorporación", señala una fuente de la academia.

En la sede de este organismo se trabaja desde 1993 en un corpus electrónico, o "conjunto lo más extenso y ordenado posible de datos o textos científicos, literarios, etc., que pueden servir de base a una investigación".

Cada día se descargan en los ordenadores la versión digital de 20 periódicos de Hispanoamérica y España. La mitad de las palabras almacenadas se captan de los periódicos; el 40%, de libros, y el 10%, de la radio y televisión. Mientras en el diccionario existen 83.018 términos, el corpus acogerá cuando se concluya en el año 2000 unos 250 millones de palabras. "Así, los acádemicos tendrán a la vista en cualquier momento el uso real del idioma", señala una fuente de la academia.

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