El País Digital
Miércoles
7 julio
1999 - Nº 1160

La entrada de menores 'sin papeles' crece un 37% en Andalucía, Cataluña y Madrid

Un detector de calor humano en Algeciras localiza a niños bajo camiones y autobuses

J. A. R. / A. F, Sevilla / Córdoba
La inmigración clandestina desde África está obligando a los servicios de atención de menores a aumentar sus esfuerzos para tutelar a los sin papeles con menos de 18 años que, en virtud del Tratado de los Derechos del Niño, España tiene que acoger porque no se les puede repatriar. En lo que va de año, la entrada de niños del Magreb ha aumentado un 37% en Cataluña, Madrid y Andalucía, según datos facilitados por la Junta andaluza. El caso más sangrante es precisamente el andaluz, la gran frontera de Europa con el continente africano: de enero a marzo, los centros de acogida se han saturado con 172 nuevos ingresos, frente a los 108 del mismo periodo de 1998.

El aumento medio en la entrada de menores sin papeles ha sido del 37% en los tres primeros meses del año en las tres comunidades españolas que los inmigrantes suelen fijarse como destino: Madrid, Cataluña y la propia Andalucía. La situación de Andalucía, la costa de entrada de las pateras y donde atracan prácticamente todos los barcos de pasajeros procedentes del norte de África, ha obligado al Gobierno regional a solicitar ayuda al Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, ya que el mantenimiento de los menores en sus centros de acogida le cuesta a la Junta una media de 6.500 pesetas por día y niño.

En esta última región, el aumento ha sido más espectacular (un 59% en el primer trimestre de este año y hasta un 75% en los últimos seis meses) a raíz de la instalación en el puerto de Algeciras (Cádiz) de un dispositivo de detección de calor humano. Este artilugio ha dejado a los menores sin uno de los escondrijos más usados para entrar en España: los bajos de los camiones y autobuses que transbordan los barcos que llegan a este puerto desde las ciudades españolas de Ceuta y Melilla y desde Tánger (Marruecos).

A mediados del mes pasado, el dispositivo permitió localizar en apenas una semana a ocho menores o inmigrantes sin papeles que dijeron que tenían menos de 18 años para evitar su expulsión. La treta de hacerse pasar por menores es utilizada frecuentemente por los clandestinos, ya que el Tratado de los Derechos del Niño establece que una vez que se localiza a un menor ilegal en algún país que haya suscrito el convenio, éste debe ser tutelado y acogido.

Sin embargo, en cuanto se tiene constancia de que superan los 18 años de edad, se les aplica la ley de Extranjería y se le expulsa inmediatamente. Para evitar que los adultos se hagan pasar por menores, el Gobierno trabaja en la actualidad en la elaboración de un protocolo que permita identificar a quienes han superado los 18 años a través de un sistema de medida del perímetro óseo de la muñeca.

El consejero de Asuntos Sociales andaluz, Isaías Pérez Saldaña, ha explicado que estos menores vienen con intención de trabajar para mandar dinero a sus familias. Sin embargo, en España está prohibido que los menores de 16 años trabajen. "Este hecho les provoca una gran frustración, a la que se le suma que son alojados en centros de niños", según Saldaña.

El Defensor del Pueblo Andaluz, José Chamizo, también ha alertado sobre este problema -"el más grave que ahora trata nuestra oficina", dijo recientemente- que, a su juicio, no ha hecho más que empezar: "El aumento en la entrada de adolescentes va a continuar y muchos de los que vienen son menores conflictivos". La Junta andaluza, de hecho, se ha visto obligada a cerrar el centro de tutela urgente de menores Talita-kum (Alcalá de Guadaira, Sevilla) por la alta conflictividad provocada supuestamente por menores magrebíes.

La presidenta de la Asociación marroquí Bayti de ayuda al emigrante, Najat M'jid, dijo ayer en Córdoba -durante unas jornadas de formación para personal que atiende a menores- que los chavales que emigran desde su país son desocupados que buscan en Europa un trabajo que suponga una ayuda para su familia. "Una vez cruzado el Estrecho, no encuentran ocupación, pero no quieren volver a su país sin el dinero prometido en casa. Por ello, acaban integrados en mafias de prostitución y droga, convirtiéndose en un problema para Europa", explicó. Asimismo, solicitó el endurecimiento de las penas para los balseros que transportan a los jóvenes desde África. Najat cifró en hasta 20.000 dirhams (330.000 pesetas) la cantidad pagada por los jóvenes por saltar a Europa.

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