El País Digital
Lunes 
1 noviembre 
1999 - Nº 1277
ESPAÑA
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Más de 1.500 africanos aguardan en playas del Sáhara para cruzar en patera a Canarias 

Seis barcas se sumaron ayer a las más de 180 censadas por Cruz Roja este año con 2.200 personas 

JORGE A. RODRÍGUEZ, Fuerteventura 
Las piedras negras de la playa de Los Pajaritos, en el municipio de Tuineje (Fuerteventura), han visto pasar al grueso de los más de 2.200 inmigrantes sin papeles que, según datos de Cruz Roja, han desbordado este año la capacidad de acogida de la isla. Al otro lado, a entre 10 y 20 horas de navegación, más de 1.500 personas esperan en las playas de El Aaiún, Tarfalla y Sidi Ifni (Sáhara Occidental) para embarcarse en patera rumbo a Canarias, la Europa más cercana, según fuentes saharauis, de la Guardia Civil y de los propios sin papeles que ya han cruzado. Ayer mismo entraron seis pateras. 
 
Avalancha de
los 'sin papeles'
La avalancha de pateras se veía venir. Las primeras arribaron a estas costas en marzo de 1994, pero entraban de forma muy diferente. El grueso de sus ocupantes eran miembros del Frente Polisario en fuga de la represión marroquí. "Atracaban en Gran Tarajal o en Puerto del Rosario [capital de la isla] y no se bajaban de la patera. Lo primero que hacían era preguntar por la policía y la Guardia Civil y pedir asilo político", recuerda Eustaquio Santana Gil, diputado socialista autonómico y alcalde de Puerto del Rosario durante 20 años.
 
 

Lo que en los primeros años era un lento y creciente goteo, asumible por una isla de 50.000 habitantes volcada en el turismo (sobre todo alemán y británico), se ha convertido en una avalancha. La llegada constante de inmigrantes irregulares, especialmente creciente desde julio pasado, ha desbordado todas las infraestructuras de acogida, de policía, Guardia Civil y de servicios sociales de la isla. "El 80% de mis 30 policías locales los tengo dedicados a buscar inmigrantes", explica Ignacio Perdomo, alcalde de Pájara (Coalición Canaria), otro municipio sureño donde desembarcan sin papeles.
 
 

"Línea regular"
 
 

No pasa un solo día en el que no llegue al menos una patera, con una media de 16 personas a bordo. "Esto se ha convertido en una línea regular e incluso los precios están bajando por la gran oferta de pateras que hay", comenta el alférez de la Guardia Civil José Borrero, responsable de la vigilancia de la mitad sur de la isla de Fuerteventura, precisamente la costa de arribada de la mayoría de las pateras. Una veintena de barquichuelas amontonadas y pudriéndose en distintos puntos de Gran Tarajal dan idea de la magnitud del fenómeno.
 
 

La llegada en los últimos días de cerca de 325 inmigrantes casi ha dado la puntilla. En una noche se juntaron en la comisaría de policía de Puerto del Rosario 130 inmigrantes; en una celda con capacidad para 30 personas se agolparon hasta 90, lo que motivó un conato de motín a finales de la semana pasada, según fuentes del sindicato Unión Federal de Policía (UFP).
 
 

La saturación de los centros de acogida y de las dependencias policiales ha obligado a habilitar provisionalmente la vieja terminal del aeropuerto de Fuerteventura para acoger a los inmigrantes capturados que van a ser devueltos o expulsados a sus países de origen. "Son unas instalaciones adecuadas para una situación coyuntural y que esperemos que sea muy provisional", explica el delegado del Gobierno en Canarias, Antonio López, que rechaza hablar de avalancha.
 
 

La zona de los viejos carruseles de equipajes ha sido acotadas con rígidos plásticos negros y dotada con camas y duchas para que los inmigrantes esperen en situación relativamente cómoda que les llegue su turno en el avión de 15 plazas contratado para transportarlos a Melilla y, de ahí, a la frontera marroquí.
 
 

La media de sin papeles que espera en estas dependencias es de 160 personas. Según la Delegación del Gobierno, en lo que va de año ya se han repatriado 1.561 inmigrantes, de los que 1.331 han partido desde Fuerteventura. Y el flujo no cesa. Ayer mismo entraron seis pateras (tres a Fuerteventura y otra a Lanzarote). Eso supone unas 80 personas, aunque las fuerzas de seguridad sólo habían localizado a 44, 10 de ellas menores.
 
 

La situación no tiene visos de remitir. Más bien al contrario. En las playas saharianas se concentran en la actualidad más de 1.500 personas prestas para embarcar, según coinciden en señalar fuentes saharauis y españolas. La mayor concentración es en El Aaiún, donde se han asentado las nuevas mafias, que incluso recorren el interior de Marruecos para reclutar viajeros.
 
 

"Los inmigrantes saben que hay una gran oferta de pateras en esta zona y que la entrada a Europa desde aquí es más fácil, aunque la travesía sea más larga, porque el estrecho de Gibraltar está muy bien vigilado", comenta el alférez Borrero. Un única patrullera de la Guardia Civil da servicio a todas las islas. Pasado mañana llegaran dos más para reforzar la vigilancia.
 
 

Alí, una chaval de 15 años llegado en patera hace ocho meses, es especialmente expresivo al explicar la situación en la costa africana: "Mucha, mucha gente esperando para venir a trabajar aquí, la mayoría saharauis como yo. Están en jaimas, tú sabes, muy malas y casi sin comer. Yo estuve allí muchos días".
 
 

Alí está acogido en el centro que la Cruz Roja tiene en Puerto del Rosario. El presidente de la entidad en la isla, Juan Manuel León, muestra su frustración por el desbordamiento de su capacidad y ofrece datos concretísimos. "En lo que va de año han entrado entre 2.162 y 2.175 inmigrantes que hayamos controlado, lo que supone entre 181 y 188 pateras. La policía ha contabilizado 1.607 entradas, pero no cuenta ni a las mujeres ni a los niños. Nosotros ya hemos atendido a 93 menores y a 47 mujeres y calculamos que hay unos 300 inmigrantes vagando por los montes sin control ninguno". 

La competencia obliga a las mafias a rebajar a 50.000 pesetas el precio del viaje 

J.A.R, Fuerteventura 
La creciente oferta de pateras en las costas occidentales de Marruecos ha desplomado los precios que cobran las mafias de transporte. De las 150.000 pesetas que costaba el viaje por persona a primeros de año, se ha bajado a una media de 50.000 pesetas, según los sin papeles consultados. La travesía es una auténtica locura de 104 kilómetros a merced del mar y el viento, en una lancha de cinco metros de eslora cuyas amuras sobresalen del agua 30 centímetros.
 
 

Mohamed Abdellhadi, nacido hace 34 años en El Aaiún, acababa de ser capturado el lunes pasado por la noche. Es el único inmigrante que habla español de los 16 que a las 22.00 del domingo se habían apiñado en una patera gris rumbo a Fuerteventura. "Cada uno hemos pagado 50.000 pesetas al dueño de la patera, un marroquí que estaba en una cochera, pero que no es el patrón que nos ha traído. Hay mucha gente que ofrece el viaje y mucha más esperando embarcar".
 
 

"Hemos pasado mucho miedo, porque había viento y lluvia fuertes. He venido con mi cuñada Mahgouba, que es esta chica. Tiene 16 años". Mahgouba, de la tribu Elili, no entiende nada. Sonríe.
 
 

El caso de Mohamed Abdellhadi es especial. "Yo vine por primera vez en mi propia patera el 24 de mayo de 1998 y pedí asilo político". La Guardia Civil comprueba en su libro de registro la veracidad de lo que dice. "Mi mujer y yo estábamos trabajando aquí. Pero uno de mis dos hijos, que estaban con su abuela, se puso muy enfermo y tuve que regresar". El 3 de febrero aterrizó en Marruecos.
 
 

Petición de asilo
 
 

"La policía marroquí me detuvo, porque había pedido asilo y mi foto salió en los periódicos", relata. El domingo, 24 de octubre, logró regresar, pero su patera fue capturada por la Guardia Civil a tres millas de Gran Tarajal. "Mi padre era soldado español y murió siendo español y yo, desde luego, quiero morir en España porque nací español", sentencia.
 
 

Mohamed ha tenido más suerte que su compatriota Abdellahi El Kadiri. La Delegación del Gobierno ha ordenado una investigación para aclarar por qué fue devuelto a su país a pesar de que había solicitado, y se le había tramitado, el asilo. "Este hombre había estado ocho años en cárceles marroquíes y había llegado en patera el 20 de octubre con su madre y su hermana. Pese a todo, no sabemos el porqué, quizás por la saturación de la policía, fue devuelto a Marruecos", explica José Fernández de la Cigoña, abogado de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR). Poco más se sabe de él. 

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