Martes 8 febrero 2000 - Nº 1376 |
ESPAÑA
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Más de la
mitad de los marroquíes de El Ejido viven hacinados en infraviviendas
Un informe de las ONG advertía en 1998 de la creciente "marginalidad" de los inmigrantes MIGUEL GONZÁLEZ, Madrid
El informe constataba la "evolución francamente positiva" que
se había producido en la regularización de los inmigrantes,
pasando de un 90% en situación irregular en 1987 a entre un 25%
y un 30% once años después.
Sin embargo, advertía de que, "en otros aspectos, como la tipología
y calidad de la vivienda, el proceso ha sido el inverso, de tal manera
que estamos inmersos en una evolución progresiva hacia una cada
vez más preocupante situación de marginalidad".
El informe cifraba en 20.000 los extranjeros residentes en la provincia,
de los que 14.000 (el 72%) eran inmigrantes económicos, procedentes
del Tercer Mundo; el 64%, marroquíes. El 92% trabajaba en la agricultura,
el sector de mayor precariedad.
El documento prestaba especial atención a El Ejido, el municipio
con más inmigrantes de la provincia; 5.540, más del 30% del
total. Al contrario que en otras localidades, su inmigración era
casi exclusivamente marroquí y la de peón agrícola
su única ocupación laboral. Además, subrayaba el hecho
de que sólo el 25% de los inmigrantes de El Ejido residieran en
su casco urbano, mientras la gran mayoría vivía diseminada
en el campo. "No es un dato neutral, sino que expresa una verdadera falta
objetiva de relación entre los inmigrantes y la sociedad de acogida",
agregaba.
Hombres solos
Un apartado del informe estudiaba las condiciones de habitabilidad de
las casas ocupadas por extranjeros en este municipio y otros dos (Vícar
y Berja), para lo que se analizaron 260 viviendas.
Las conclusiones no pudieron ser más demoledoras: sólo
un 33% vivía en casas urbanas o pisos similares a los de la población
española; y otro 10%, en casas o cortijos en condiciones buenas
o aceptables, aunque aisladas. Por contra, el 57% residía en verdaderas
"infraviviendas", almacenes o casas semiderruidas.
Un análisis pormenorizado avaló esta apreciación:
el 42% de las viviendas estudiadas no tenía tabiques de separación
entre habitaciones, lo que no sólo impide un mínimo de intimidad
sino que "confirma que se trata de almacenes agrícolas u otro tipo
de estructuras no pensadas ni adaptadas para ser habitadas".
Prueba de ello, es que el 55% carecía de agua corriente, el 57%
de baño, el 56% de cocina y el 31% de luz eléctrica. La media
de habitantes por vivienda era de 4,38, aunque sólo el 58% tenía
más de una habitación. El 35% estaban ocupadas por familias
y el 65% por grupos de varones.
El "hacinamiento" de los inmigrantes en viviendas carentes de las mínimas
condiciones de salubridad estaba creando, según el informe, un "verdadero
gueto diseminado" que consolida la marginalidad de este colectivo y refuerza
los prejuicios de buena parte de la sociedad almeriense.
Además, agregaba el estudio, la falta de una vivienda digna es un obstáculo para el reagrupamiento familiar, que no sólo es un derecho básico, sino la primera condición para la integración social, pues "un colectivo de hombres solos es por definición un colectivo desintegrado". ¿Hacia un 'apartheid' escolar? M. G. , Madrid
La escolarización de los hijos de inmigrantes es prácticamente total y aún se carece de experiencia para medir la incidencia del fracaso escolar en este colectivo. Sin embargo, el informe advierte sobre el alto grado de concentración de los alumnos extranjeros en El Ejido. En concreto, el 68% estudia en sólo cinco centros. "Se está provocando un efecto de concentración de niños inmigrantes en algunos colegios que vemos con preocupación y que puede dar lugar a convertir a estos centros educativos en pequeños guetos como ha sucedido en otros países europeos", destaca el informe. El 91,3% de los hijos de inmigrantes acuden a centros públicos y sólo un 8,7% logra matricularse en centros concertados, a pesar de que están obligados a admitirlos. "En Almería no hay racismo", dijo al Senado el subdelegado M. G. , Madrid
La realidad, sin embargo, se encargó de desmentirle. "Al oír
que no hay posibilidad, por ejemplo, de que los inmigrantes reciban servicio
en los bares de la zona", relata el boletín del Senado del pasado
18 de enero, "efectúan una prueba consistente en entrar un grupo
de senadores en un bar de la carretera, concretamente en la zona de Níjar,
y solicitar unos servicios y, acto seguido, cuando entraron en dicho bar
unos inmigrantes y pidieron que les sirvieran unos cafés, se les
indicó por parte del camarero y dueño del bar que no podían
servirles porque iban a cerrar".
"Ante la llamativa situación", agrega, "se hicieron discretas
averiguaciones y los dueños del bar que, paradójicamente,
a su vez habían sido emigrantes hasta hace bien poco, manifestaron
que los inmigrantes provocan algaradas en los bares, hace poco un inmigrante
sacó una navaja, afirman, y ello hace que en aquellos bares que
se sirviera a inmigrantes dejaría de asistir la población
autóctona, razón por la cual son reticentes a permitir que
puedan estar en los bares comunes con el resto de la población".
Asentamiento inhumano
Los senadores visitaron un poblado chabolista de inmigrantes en el municipio
de La Mojonera, en el que vivían unas 40 personas, todos varones,
donde, "casualmente, encontraron a un muchacho de unos 14 o 15 años
que acababa de llegar en una patera".
Cerca de allí, hallaron otro asentamiento: "una casa abandonada
en la que viven en condiciones pésimas, en el sentido de carecer
de lo más básico -agua, luz, sanitarios, etc,- unos 80 varones
con problemas muy importantes de falta de legalización, de falta
de trabajo o, los que trabajan, a veces con jornadas de 12 horas".
Lo único limpio y pulcro, recuerda el informe del Senado, era
una mezquita construida por ellos mismos, "que vinculaba a este deficitario
agrupamiento con la autopercepción de la dignidad humana".
Más certero que el del subdelegado fue el pronóstico que les hizo el representante de CC.OO, Emilio Asensio: "Cualquier documento se queda corto ante la realidad que los senadores van a ver". |
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