Naima ya puede ir al médico
Una vecina de Ceuta, primera inmigrante que se beneficia
de la nueva Ley de Extranjería
ROCÍO ABAD, Ceuta
Naima el Messari, ayer, en la
Delegación del Gobierno en
Ceuta (Efe).
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Se llama Naima, tiene 39 años y ayer se convirtió, por unos
instantes, en el objetivo de cámaras y micrófonos. A las
10.30, una funcionaria de la Oficina de Extranjería de Ceuta la
llamaba para imprimir su huella dactilar en unos documentos con los que
ha soñado los últimos 20 años, los mismos que lleva
viviendo en el pasaje del Recreo, una barriada humilde y marginal en el
centro de la ciudad autónoma. Veinte años en los que su situación
jurídico-administrativa era la de indocumentada. "Estoy muy nerviosa.
No sé ni qué decir", comentaba ayer tras ser asaltada por
los periodistas, convocados por la Delegación del Gobierno para
asistir en directo a las primeras regularizaciones de inmigrantes acogidos
a la nueva Ley de Extranjería.
Naima, que nació y se crió en Tetuán, una populosa
ciudad del norte de Marruecos -situada a unos treinta kilómetros
de la frontera con la ciudad autónoma-, consiguió ayer "los
mismos derechos que un español", afirma orgullosa.
Naima el Messari cruzó la frontera de Marruecos con Ceuta cuando
tenía 19 años. Iba en busca de un futuro mejor. "Es muy difícil
vivir allá", asegura. Aprovechó las especiales circunstancias
de los marroquíes que residen en la provincia de Tetuán -que
no necesitan visado para cruzar a Ceuta- y se quedó en la ciudad
norteafricana. En Ceuta se ha casado con un español y ha tenido
un hijo, Juan José, que ya tiene 16 años. A pesar del tiempo
transcurrido, a Naima todavía le cuesta trabajo hablar español.
Se expresa mejor en árabe, idioma que habla normalmente en su vecindario,
de mayoría musulmana, y también en su casa. "Vine a preguntar
por casualidad, porque nunca he tenido papeles y me hacían mucha
falta, sobre todo para el médico. No sabía nada de la Ley
de Extranjería, y en la Delegación del Gobierno me dijeron
que esperara, que en unos días habría una nueva ley que me
facilitarían los documentos", explica rodeada de las amigas con
las que acudió ayer a la Oficina de Extranjería. Aunque no
han sido pocos los problemas con los que se ha encontrado para regularizar
su situación: "Me han tenido mucho tiempo de un lado para otro.
Que si visados, que si cartilla, papeles del matrimonio... Ha sido todo
muy difícil. He tenido que ir dos o tres veces al consulado de España
en Tetuán. Ni ellos mismos sabían lo que tenía que
hacer, así que no fui más, hasta ahora", explica con una
sonrisa cómplice.
Naima, que no trabaja -"para eso está mi marido", dice riendo-,
ya no tiene casi familiares a quienes visitar al otro lado de la frontera,
ya que poco a poco han ido llegando a Ceuta y echando raíces: "Sólo
me queda una hermana en Marruecos, porque el resto ya vive aquí
y son españoles".
La Delegación del Gobierno de Ceuta -ciudad elegida por el Ministerio
del Interior como plaza símbolo de la inmigración ilegal-
citó ayer a los primeros 10 inmigrantes, de los 260 que lo han solicitado,
que iban a legalizar su situación en España, país
en el que la mayoría reside desde hace diez años al menos.
Eran cinco hombres y cinco mujeres. Todos marroquíes y todos cónyuges
de ciudadanos españoles. "No sabíamos que se iba a formar
tanto revuelo", indica Mustafa Derbed, uno de los seleccionados.
Los funcionarios de la Oficina de Extranjería les fueron llamando
de uno en uno. Debían dejar sus huellas dactilares impresas en el
expediente y firmar la resolución administrativa que regularizaba
su situación en virtud del Real Decreto 239/2000 que desarrolla
la Ley de Extranjería. Ese trámite y el apretón de
manos del delegado del Gobierno en Ceuta, Luis Vicente Moro, significaba
que ya eran ciudadanos de primera, extranjeros legalizados, con permisos
de residencia y trabajo. Los primeros de los 100.000 que lo han solicitado
en todo el país.
"Los recibimos como beneficiarios de todos los derechos y procesos comprendidos
en la ley y también en la Constitución", indicó Luis
Moro. "Se ha saldado una deuda social con los inmigrantes que llevaban
años trabajando en España como indocumentados".
Sólo queda un escollo que salvar en Ceuta: el Gobierno del Grupo
Independiente Liberal (GIL), nada favorable a la aplicación de la
nueva legislación y que considera que la regularización de
inmigrantes en la ciudad autónoma es el primer paso hacia una nueva
descomposición de la sociedad local. |