Los músicos
tradicionales cántabros se suben al carro celta
Luétiga y Atlántica aspiran al éxito de sus
paisanos vascos y gallegos
F. NEIRA, Madrid
La pregunta surge con inapelable lógica geográfica.Si
la fiebre céltica ha prendido con fuerza en el País Vasco,
Asturias y Galicia, ¿por qué no sucede otro tanto en Cantabria?
Una joven generación de músicos tradicionales cántabros
se propone dar cumplida respuesta a esta cuestión. Integran Luétiga,
Vallobera y Atlántica, tres formaciones que han publicado en los
últimos meses otros tantos discos de inequívoca raigambre
celta.
El grupo cántabro Luétiga.
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El fenómeno se antoja curioso. Desde Bilbao, Kepa Junkera ha vendido
decenas de miles de discos con la trikitixa entre las manos, un
acordeón diatónico que pasó décadas enteras
relegado a ferias y romerías. El gaitero electrónico asturiano
José Ángel Hevia acaba de recibir su octavo disco de platino
(800.000 ejemplares) por su Tierra de nadie, un trabajo con el que
nunca soñó en superar las 20.000 unidades. Y en Galicia,
a rebufo de Carlos Núñez, grupos y solistas como Berrogüetto,
Luar na Lubre o Xosé Manuel Budiño también han rubricado
éxitos sonados. Así las cosas, el letargo cántabro
resultaba difícil de justificar. "Aquí nos ha fallado clamorosamente
el apoyo institucional. Proponer campañas de promoción en
la Diputación era como hablarles en chino", se lamenta el percusionista
Fernando Diego, fundador de Luétiga, el término con el que
los montañeses se refieren a las lechuzas.
En realidad, Luétiga lleva 13 años de trayectoria, pero
sus tres álbumes anteriores se desvanecieron en el anonimato. No
ha sido hasta el cuarto, el reciente Cántabros, cuando han
logrado cierta difusión, en parte gracias a la presencia en él
de Hevia, Kepa Junkera, Peter Bulla y el asturiano Fernando Largo. En la
portada han consignado la expresión celtic music para no
dejar lugar a la duda. "Ése es un apellido comercial, vamos a ser
realistas", confiesa Diego, "pero intentamos reivindicar un sonido propio
dentro de este lenguaje. Por ejemplo, rehuimos los instrumentos irlandeses,
el bodhran , la gaita irlandesa o las tin whistles , y en
cambio apostamos por las gaitas astur-cántabras".
Un ex integrante de Luétiga, el violinista José María
Murillo, aparece al frente del sexteto Vallobera (Valle de Lobos), otra
de las bandas de esta nueva hornada cántabra. Su álbum de
debú se titula Paso a paso y lo estrenaron en directo el
pasado mes de junio como teloneros de los Chieftains. En esta ocasión,
en la portada se especifica que el contenido es celtic folk.
Más prolija es todavía la anotación en el primer
disco de Atlántica, Transitus, donde se apunta: Músicas
celtas desde Cantabria. Parece claro que, en estos primeros pasos,
los integrantes de este movimiento quieren reafirmar su identidad céltica
por escrito y en lugar preponderante.
A diferencia de Luétiga, la propuesta de Vallobera tiende más
a fundirse con el jazz o el rock, especialidades de las que provienen algunos
de sus integrantes. Atlántica encarna, por su parte, la vertiente
menos autóctona y más abierta al resto de naciones celtas:
hay referencias a Irlanda, Escocia, los poemas de William Butler Yeats,
los inmigrantes americanos y el country, el Quebec canadiense e
incluso el Piamonte italiano, todo ello trufado con un cierto aroma "mitoecológico".
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