El año de 'Carmen'
La heroína de Bizet celebra el 2000 en Francia
multiplicando su rostro y sus tonos de voz en trece montajes
O. M , Nancy
En Francia, la gitana Carmen, la heroína de Merimée y
Bizet, celebra el 2000 multiplicando sus rostros y sus tonos de voz. En
Limoges será Ellena Cassian, en París Olga Borodina en la
ópera Bastilla y Natalia Zagorinskaya en el teatro de los Campos
Elíseos darán imágenes distintas del mismo personaje
mientras que en Marsella es Carolyn Sebron quien tendrá la responsabilidad
de encarnar el mito al tiempo que en Aviñón, Saint-Etienne
y Burdeos, con puestas en escena distintas, han preferido que sea Marie-Ange
Todorovitch quien resucite a Carmen. Si Sylvie Brunet cantará la
célebre habanera en Toulon, en Metz y Reims han optado por dejarle
el honor a Hélène Perraguin, pero es en Nancy, de la mano
y del torrente canoro de Nora Gubisch, donde se produce el milagro de que
ella sea realmente distinta, innovadora, más contemporánea
que en los otros 12 montajes.
"Nunca me he identificado con las Carmen que he podido ver", explica
Gubisch. "Se tiende a presentarla como una mujer sin principios, que se
insinúa, que enciende a los machos para luego dejarles plantados,
y no es eso. Carmen hace que los hombres pierdan la cabeza porque es extraña,
distinta y defiende su derecho a existir como tal".
La puesta en escena de Alain Garichot, que simplifica al máximo
el decorado y la época, que evita toda connotación de españolada,
que ha suprimido algunos pasajes estimados como digresiones para mejor
centrarse en el conflicto central, es la otra gran baza de la producción
de Nancy. "Para mí, Carmen no es española, sino una gitana.
Ésa es su cultura y su moral", dice Garichot. "Una gitana no puede
parecer una cualquiera, es alguien que tiene un código del honor
más estricto que nuestro código penal. Y es alguien que también
sabe ver lo que hay de esencial en la vida. Me parecía que había
que respetar todo eso, poner de relieve las particularidades de su mundo,
de su marginalidad".
Si Gubisch está "convencida de que Carmen no deja nunca de amar
a Don José", Garichot subraya que "el suyo es un amor imposible
porque ella no está dispuesta a traicionar sus raíces y son
demasiado distintos para que su amor tenga futuro". El discurso multicultural
tiene un eco muy limitado a los oídos de Garichot. "Una forma de
fanatismo consiste en identificarse en las culturas de los otros, en quererlas
absorber desde una perspectiva que lo hace imposible. Es esa estupidez
imperialista de todos esos actores de Hollywood que se dicen budistas.
Carmen comprende que Don José no podrá integrarse nunca en
el mundo de los gitanos. Y al final, cuando va a buscarle, ese encuentro
mortal no es la expresión de la fatalidad en el sentido trágico
del término, sino la muerte que le llega como la culminación
lógica de un ideal libremente escogido, un ideal de libertad, de
rechazo a toda integración en la esfera social. Eso es mi montaje
de Carmen".
Los decorados de la Carmen de Garichot se limitan a unos pocos
paneles móviles que abaratan los producción y la hacen fácilmente
exportable. "El Ayuntamiento de la ciudad dedica el 25% de su presupuesto
a la cultura. Nancy, con sus alrededores, no llega a los 300.000 habitantes,
pero mantiene una ópera en la que trabajan 177 personas. El municipio
nos pide que tengamos en cuenta ese esfuerzo y para nosotros es básico
tener un buen índice de ocupación de butacas y pensar en
puestas en escena que puedan viajar y que puedan pasar a formar parte del
repertorio del local sin necesidad de grandes almacenajes".
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