|
Ilustración: Francisco Solé
La educación que viene
La globalización, las nuevas tecnologías, la emigración,
la movilidad y la formación continua marcarán el sistema
educativo
SUSANA PÉREZ DE PABLOS ,
Madrid (17-01-00)
La palanca de los monumentales cambios que le esperan
a la educación española en el siglo XXI, unas transformaciones
cuyo alcance apenas puede ser atisbado, tendrá tres grandes puntos
de apoyo: las múltiples aplicaciones de las nuevas tecnologías
que empiezan a introducirse en las aulas, la ruptura de las fronteras culturales
y lingüísticas, y las variadas posibilidades de movilidad real
y virtual de los estudiantes. A ello se añade la globalización
y un sustancial cambio del entorno educativo y de las etapas y edades del
aprendizaje, que se convertirá definitivamente en continuo.
El sencillo, barato y multitudinario acceso a la información
a través de Internet será determinante y obligará
en breve a cambiar el concepto de escuela y de universidad. Será
una heterogénea escuela de ciudadanía, y los debates sobre
cada uno de los aspectos que cambiarán empezarán a multiplicarse
en breve. Educadores e historiadores de la educación española
esbozan el siguiente panorama:
Contenidos. La escuela se acercará al mundo
laboral, los contenidos serán más prácticos e interrelacionados,
y en ocasiones serán impartidos por profesionales externos. Primará
el conocimiento sobre la información y cobrarán relevancia
la creatividad, la interpretación de la información; la capacidad
de trabajo en grupo, de acuerdo y cooperación, y la tolerancia,
siempre en convivencia con las habilidades clásicas. Las técnicas
de mera reproducción mecánica de conceptos irán perdiendo
importancia.
El catedrático de Psicología Evolutiva y
de la Educación de la Universidad de Barcelona César Coll,
uno de los padres de la LOGSE, considera que el acceso libre a los conocimientos
a través de las nuevas tecnologías interferirá en
la actual organización secuencial de los conocimientos en la que
se basan los cursos escolares. El problema será cómo lograr
que los alumnos se construyan "coordenadas coherentes de conocimientos".
Esta situación provocará una revolución en las teorías
de la psicología del aprendizaje.
Profesores. Los profesores dejarán de lado
su faceta de "transmisores de conocimiento" para cumplir el papel de "conductores
de alumnos": les enseñarán a seleccionar los contenidos relevantes
del puro relleno, a asimilarlos, a interrelacionarlos y a ponerlos en práctica.
Esto hará que se coticen las habilidades cognitivas más refinadas
y más parecidas a las que se necesitan fuera del mundo educativo.
Se evaluará la capacidad expresiva, de análisis y de síntesis,
así como de selección e interpretación de los contenidos
para responder a cuestiones concretas. Hará falta al menos una generación
de profesores (entre 20 y 30 años) para adaptarse a todos los cambios.
El catedrático de Educación Comparada de
la UNED José Luis García Garrido, que en 1997-98 dirigió
el informe del Instituto Nacional de Calidad y Evaluación (INCE)
sobre la secundaria, considera que habrá menos terremotos entre
los profesores de los que se suele vaticinar, porque su función
seguirá siendo provocar el aprendizaje y ser grandes comunicadores
y conocedores de la materia para poder conducir el aprendizaje de sus alumnos.
Este profesor insiste en que la clave de la labor docente seguirá
estando en el ejemplo personal, porque "los niños aprenden por los
ojos".
El secretario general de la Federación de Enseñanza
de CCOO, Fernando Lezcano, destaca que el profesor tendrá que cambiar
bastante para convertirse en guía del aprendizaje y habrá
que poner en marcha iniciativas políticas de educación de
profesores y de formación continua en conocimientos, metodologías
y recursos didácticos, además de redefinir la formación
inicial del profesorado.
Materiales. El peso de las mochilas escolares se aligerará
al sustituir libros por disquetes, y diccionarios y por CD-ROM. Los profesores
proyectarán imágenes almacenadas en su ordenador en grandes
pantallas, en las que, además de exponer los temas, corregirán
los trabajos de cada alumno.
La videoconferencia permitirá que estudiantes de
secundaria y universitarios asistan a charlas y exposiciones de cualquier
parte del mundo sin moverse de la sala, o que intercambien experiencias
y dialoguen en tiempo real con alumnos de otros países.
Pedagogía. La sociedad digital y su efecto
en la vida cotidiana dará un vuelco a la pedagogía. La informática
hará posible una enseñanza individualizada, pero reforzada
con trabajos en grupo. Se hará hincapié en la selección
de información y la articulación de una manera de pensar
que sirva al alumno dentro y fuera de la escuela.
Se dará una dualidad básica, según
el profesor de Didáctica y Organización Escolar de la UNED
Juan Manuel Moreno: el equilibrio entre innovación y tradición.
Las nuevas tecnologías tendrán también el efecto de
reforzar la tradición porque resulta imprescindible la competencia
en lectura y escritura de al menos dos idiomas para desenvolverse en el
entorno telemático.
Centros. Nacerá una nueva concepción
de la escuela, más abierta, disponible más horas, en la que
participarán los agentes sociales y en la que, sin menoscabo del
papel de los profesores, también colaborarán profesionales,
padres, ayuntamientos y organizaciones ciudadanas.
García Garrido insiste en este aspecto: dado que
el principal factor de una escuela de calidad es el ambiente sociocultural
de las familias, si no hay una participación de la ciudadanía,
la escuela no podrá alcanzar por sí sola la excelencia.
El catedrático de Teoría e Historia de la
Educación de la Universidad Pompeu Fabra Francesc Pedró añade
que se recuperará en los centros el concepto de la educación
para la ciudadanía.
El modelo de sociedad heterogénea hará necesario
mantener un sistema público de calidad y tenderá a diluirse
la contradicción entre escuela pública y privada. La descentralización
y la autonomía de cada centro será cada vez más acusada,
como resalta César Coll. Se tenderá a transferir más
competencias de planificación y gestión a las administraciones
locales y se evaluará la calidad de cada centro público basándose
en su proyecto educativo propio. Los gobiernos autonómos y municipales
garantizarán sus subvenciones y realizarán evaluaciones de
los proyectos.
Francesc Pedró opina que se les dotará de
medios de acuerdo con la calidad y complejidad de los proyecto educativos,
no según la cantidad de alumnos que tengan, como se hace ahora.
Habrá variados modelos de calidad, primará la capacidad de
los centros para abrirse al mundo exterior y los habrá volcados
en los aspectos sociales, mientras que otros buscarán la excelencia
académica.
Alumnos. El aumento de los alumnos procedentes de
distintas culturas, la multiculturalidad de las aulas del futuro, hará
necesario replantear los objetivos de la educación. La adaptación
a la nueva situación será uno de los grandes retos de la
educación del futuro. Según Juan Manuel Moreno, este aspecto
llegará a ser más relevante incluso que la introducción
de las nuevas tecnologías en la vida educativa. Este profesor, especialista
en violencia escolar, insiste en la necesidad de prepararse para las nuevas
situaciones para evitar que se agraven los conflictos. Añade Moreno
que, si no existe una adecuada atención a la diversidad, se correrá
el peligro de que determinados grupos que se consideren "perdedores" busquen
otras alternativas educativas más sectarias o individualizadas,
huyendo incluso de la escolarización.
Política educativa. La apuesta por la educación
cobrará fuerza. La política educativa estará bastante
orientada hacia los problemas sociales. De ahí vienen las necesidades
y ahí está la raíz de los cambios, más que
en "modificaciones académicas" del sistema educativo. García
Garrido destaca que la política educativa ya no podrá ser
política escolar, sino una política de Estado que se ocupará
de aspectos como la implicación de la comunidad y la familia en
la educación, la organización educativa de la ciudad y la
responsabilidad de los padres, algo a lo que ya están prestando
atención países como el Reino Unido.
Movilidad. Se ampliarán las posibilidades de
estudiar en otros países, tanto en secundaria como en la universidad,
y de realizar cursos de especialización y carreras. A largo plazo,
los títulos se universalizarán y desaparecerá la necesidad
de convalidaciones ad hoc. En Estados Unidos ya se empieza a especular
con la idea de establecer fecha de caducidad en los títulos universitarios
(la llamada "teoría del yogur"), que deberían ser revalidados
al cabo de unos años pasando otra vez por la universidad.
Los ciudadanos entrarán y saldrán del sistema
educativo varias veces a lo largo de su vida profesional. César
Coll opina que uno de los grandes cambios a corto plazo será la
flexibilización del sistema para adaptarse a esas salidas y entradas.
A ello contribuirán las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías
de estudiar carreras, másters o cursos de reciclaje o especialización
desde cualquier parte del mundo.
Padres. El papel de los padres ganará importancia
en casa y en la escuela. La desaparición del "tiempo educativo"
concebido como "horario escolar" y el incremento de las posibilidades de
realizar trabajos desde casa hará que los padres deban asumir el
papel de conductores de sus hijos. El profesor Juan Manuel Moreno recuerda
que el desencuentro entre padres y profesores debe resolverse para que
cada cual pueda aportar el máximo a la escuela del futuro.
|