Bautizo en la Zarzuela del segundo nieto de los
Reyes
La infanta Cristina y su esposo decidieron que su hijo
se llame Juan Valentín de Todos los Santos
MABEL GALAZ, Madrid
El primer hijo de Cristina de Borbón e Iñaki Urdangarín
recibió ayer los nombres de Juan Valentín de Todos los Santos
en la ceremonia de bautismo que se celebró en el palacio de la Zarzuela,
con la asistencia de un centenar de invitados, en su mayoría miembros
de la familia real y de la familia Urdangarín.
El duque de Palma, al anunciar el pasado 29 de septiembre en Barcelona
el nacimiento de su hijo, explicó que el pequeño se llamaría
"sólo Juan", como el abuelo de la infanta, como el Rey y como su
padre, pero finalmente la infanta y su esposo decidieron añadir
un segundo nombre en recuerdo de San Valentín de Berriotxoa, misionero
vizcaíno antepasado de la familia Urdangarín, canonizado
en 1988. Y, como es costumbre en la familia real, se le añadió
"de Todos los Santos".
La ceremonia, fijada para el mediodía, tuvo un carácter
íntimo por deseo de la hija de los Reyes de España. Antes
de que diera comienzo el acto, la pareja posó ante los medios de
comunicación con su bebé. Era la segunda vez que la infanta
mostraba a su hijo desde que nació. "Juan, mira a los fotógrafos",
le decía doña Cristina a su hijo, que, como si le entendiera,
giraba su carita hacia los fotógrafos.
Juan Urdangarín vistió el traje de acristinar que antes
llevaron el Rey, la infanta Elena, su madre Cristina, su tío Felipe
y su primo Felipe Juan Froilán.
A los duques de Palma se les unió poco a poco en la foto oficial
el resto de la familia. Uno de los momentos más entrañables
fue cuando doña María de la Mercedes reclamó a Iñaki
Urdangarín para entregarle una medalla que quiso regalar a su biznieto.
La cita también provocó la primera foto de los dos nietos
de los Reyes. Felipe Juan Froilán demostró tener todo un
carácter. Apareció en brazos del duque de Lugo con un babero
de felpa en la mano que, por mucho que todos intentaban quitárselo,
él se resistía a entregar.
El pequeño Juan aguantó el revuelo con tranquilidad ante
la sorpresa de sus abuelos. "No es que se haya despertado", explicó
la infanta, "es que no se ha dormido. Está encantado".
Tras la sesión fotográfica, a la que también se
sumó Ana María de Grecia, cuñada de doña Sofía,
toda la familia se unió al resto de los invitados en uno de los
salones del palacio de la Zarzuela acondicionado como capilla.
La ceremonia fue oficiada por el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio
María Rouco, asistido por el arzobispo castrense. El cardenal arzobispo
de Barcelona, Ricard María Carles, también estuvo presente,
invitado por los duques de Palma.
Siguiendo la tradición, el pequeño Juan gimoteó
cuando el agua, traída expresamente para la ocasión desde
el río Jordán, cayó sobre su cabeza. La rápida
intervencción de su madre fue decisiva para que el niño recuperara
la calma. Actuaron como padrinos la infanta Elena y Mikel Urdangarín,
el único hermano varón del duque de Palma.
Desde un lugar destacado siguieron el bautismo el presidente del Gobierno,
José María Aznar, y su esposa, Ana Botella. La infanta también
quiso que asistiera el equipo médico que la atendió en la
clínica Teknon de Barcelona cuando dio a luz a su primer hijo: desde
su médico hasta el personal de planta.
Tras la ceremonia se sirvió una copa a todos los invitados. Luego,
las dos familias se quedaron solas en palacio para almorzar y festejar
al más pequeño de la casa. |