El País Digital
Miércoles 
9 febrero 
2000 - Nº 1377
 
ESPAÑA
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Los sondeos señalan a Caruana como favorito en las elecciones de Gibraltar 

El contencioso con España desaparece del debate político 

J. M. LARRAYA, ENVIADO ESPECIAL, Gibraltar 
El ministro principal de Gibraltar, Peter Caruana, renovará el próximo jueves por amplio margen, según las encuestas, su mandato como administrador local del Peñón tras una campaña electoral en la que el contencioso con España ha desaparecido del debate político. Tanto Caruana como su principal rival, Joe Bossano, coinciden en señalar que ese tema ha dejado de ser rentable electoralmente en la medida que los ciudadanos no ven en riesgo su condición de ciudadanos británicos. 

La economía, en auge y en plena transformación, domina en los discursos de Caruana, representante del Partido Socialdemócrata, y de Bossano, candidato del Partido Laborista Socialista. El consenso entre los dos principales partidos es que la colonia está en condiciones de renegociar su relación con el Reino Unido una vez que ha demostrado que es capaz de generar sus propios recursos gracias al puerto, el turismo y al centro financiero -paraíso fiscal- en que se ha convertido el Peñón.
 
 

Los comerciantes de la calle mayor de Gibraltar, eje vital de esta ciudad de 30.000 habitantes, no se quejan demasiado de cómo marchan los negocios, pese a que la libra está más alta que nunca para los turistas españoles, lo que reduce el privilegio de ser una zona libre de impuestos. Muchos de ellos dan por segura la victoria de Caruana frente a Bossano, a quien consideran una figura del pasado que trae recuerdos de conflictos, no sólo con España. La imagen, ya desaparecida, de las lanchas planeadoras que acarreaban alijos de tabaco a las costas españolas y empujó a una generación de jóvenes a las puertas de la delincuencia perjudica la imagen del veterano dirigente laborista.
 
 

Bossano, que en caso de perder por amplio margen las próximas elecciones dirá adiós a su carrera política, ha presentado un programa de reparto económico que en palabras del conservador Caruana es irreal, insostenible e irresponsable. Pero el veterano político gibraltareño aseguraba el martes por la noche, en un mitin celebrado en el patio de una colonia de casas de obreros, con la ayuda de dos altavoces e iluminado por los faros de una furgoneta, que en sus 28 años como político siempre ha sido capaz de cumplir sus promesas. Y lo decía en un castellano de acento andaluz. Uno de sus ayudantes explicaba que hablaba en castellano "para las personas mayores".
 
 

Diferencias de lenguaje
 
 

El lenguaje de Bossano, llano y directo, con estilo de sindicalista antiguo, contrasta con el de Caruana, abogado, antiguo fiscal, que recibe a la prensa en su amplio despacho de ministro principal, situado frente a la oficina del Gobernador británico, una figura discreta en el Gibraltar de hoy pero que tiene en su mano las riendas de la colonia. Caruana explica que el tema de España ha desaparecido del debate electoral porque "confía en que el Reino Unidos será fiel a sus compromisos y obligaciones de no hacer ningún arreglo sobre la soberanía de Gibraltar en contra de la voluntad de pueblo gibraltareño".
 
 

Caruana reitera que existe un amplio consenso entre la población gibraltareña de permanecer como ciudadanos británicos: "Somos británicos y queremos seguir siéndolo, lo que no significa que seamos antiespañoles". Caruana y Bossano coinciden, si se les pregunta cuál es el futuro de la colonia, en la necesidad de negociar con Londres, nunca con Madrid, un acuerdo jurídico - "la modernización" de la Constitución otorgada- para eliminar el carácter colonial del Peñón. Desde su punto de vista, modificada la Constitución y transformado el Peñón en dependencia de la Corona, desaparece el carácter de colonia. Y si no hay colonia, no hay nada que descolonizar y España no tiene nada que reivindicar.
 
 

El proyecto gibraltareño choca, sin embargo, con la cerrada oposición de España, que no aceptaría que el Reino Unido integrase, de una forma u otra, a la colonia en su territorio.
 
 

Los controles en la verja -por término medio, una hora de cola para salir en automóvil del Peñón- siguen irritando a los gibraltareños. Dominique Searle, director del principal periódico, Gibraltar Chronicle, considera humillante y contraproducente para los propios intereses de España este tipo de medidas de presión. Opina, y en eso coincide con Caruana, que la línea dura que personaliza el ministro español de Asuntos Exteriores, Abel Matutes, lejos de acercar posiciones, aleja la voluntad de entendimiento. 

Incluso el independiente Peter Cumming, considerado como el candidato "palomo" (proespañol) de la campaña, considera contraproducentes los controles. Cumming, cuyas posibilidades de ser elegido son mínimas -sacó 214 votos de un censo de 18.000 en 1996- ha tenido la osadía de colocar la bandera española junto a la británica en una futura enseña de un Gibraltar como territorio libre y asociado con los dos Estados. 

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