El País Digital
Domingo 
2 enero 
2000 - Nº 1339
ESPAÑA
Cabecera
Los españoles afrontan el 2000 con optimismo 

Un 55% siente confianza, un 34% se muestra indiferente y un 10% se manifiesta pesimista 

EL PAÍS, Madrid 
Los españoles afrontan con una expectación matizada la nueva era que comienza con el 2000, según pone de manifiesto el Barómetro de Invierno de Demoscopia para EL PAÍS. Nada de temores apocalípticos ni utopismos. Seis de cada 10 españoles dicen experimentar una sensación optimista y confiada. Los encuestados consideran que el siglo XXI traerá un tipo de familia más reducido, con más gente viviendo sola y menos matrimonios, además de la cura del cáncer y del sida. Por lo que respecta a España, la mayoría estima que en esta nueva era nuestro país logrará resolver el problema de ETA y seguirá existiendo como un Estado similar al actual pese a la percibida consolidación de la UE. 
 
Gráfico: Más optimistas
que pesimistas
Gráfico: Avances
científicos
Los españoles afrontan la nueva era que comienza con el 2000 sin temores apocalípticos ni utopismos beatíficos, al margen de que técnicamente hablando no comiencen ahora ni el siglo ni el milenio.
 
 

Seis de cada diez españoles, el 55% exactamente, dicen experimentar fundamentalmente una sensación de optimismo y confianza y sólo el 10% reconocen sentir pesimismo y desconfianza. Un tercio del total (34%) se disponen a cruzar la mítica frontera del 2000 con indiferencia, sin experimentar ningún tipo de especial sensación.
 
 

Sin duda, ese sentimiento dominante de optimismo y confianza deriva directamente del hecho de que seis de cada diez se manifiesten convencidos de que en el siglo XXI, y en su conjunto, el mundo estará mejor que ahora y de que, en general, la gente será más feliz. Lo cual no quiere decir que la imagen que del futuro tiene la sociedad española esté teñida de rosa: al contrario, se trata de una imagen compleja, con luces y sombras que pese a todo no impide un balance final favorable.
 
 

La esperanza media de vida en el mundo desarrollado ronda hoy los 80 años, cifra asombrosa si se considera que en la España de 1900 la mortalidad prevaleciente equivalía a una duración media de la vida apenas superior a los 30 años. No creen los españoles (61%) que en el nuevo siglo la esperanza de vida se sitúe en los 120 años. 

La opinión dominante es que aumentarán los ateos
La opinión dominante en el plano de las creencias es que cada vez habrá menos gente que crea en Dios: así lo expresa el 60%. No parece excesivo interpretar estos datos en el sentido de que en un mundo como el del siglo XXI, percibido como cada vez más libre y tolerante, puede tener difícil encaje una idea de Dios como la que tienden a presentar con frecuencia quienes se dicen sus portavoces y valedores. 

Los encuestados vaticinan la curación del cáncer y el sida

Los encuestados vaticinan de forma masiva la curación del cáncer (79%) y del sida (82%), pero también la aparición de nuevas enfermedades mortales, cada vez más arduas de controlar. Para siete de cada diez españoles parece claro que el nuevo siglo verá la aparición de auténticos talleres de repuestos humanos para trasplantes.
 
 

No parece tan claro, en cambio, que se llegue a la clonación, de forma rutinaria y usual, de seres humanos. Y en todo caso, la idea dominante es que no se podrá, en el nuevo siglo, llegar a vivir en la luna, en lo que coinciden el 60% de los encuestados frente al 24% que muestran su optimismo a este respecto. 

Habrá menos matrimonios y más gente vivirá sola 
Si el siglo XX puede ser visto como el de la transición desde la familia extensa -integraba varias generaciones y múltiples grados de parentesco- a la familia nuclear -compuesta en esencia por los cónyuges y sus hijos- el siglo XXI se presenta para la inmensa mayoría de los españoles como el tránsito hacia un tipo de familia aún más reducido.

 Como indica el 75% de los entrevistados, cada vez habrá más gente viviendo sola. Habrá menos matrimonios -el 71% estima que se casará cada vez menos gente- y tanto éstos como las uniones puramente consensuales cada vez serán menos "para siempre".

 La vida afectiva y emocional estará caracterizada de forma creciente por una sucesión de situaciones de transitoriedad.

 Ello se deberá al efecto combinado de una serie de factores, entre otros la creciente generalización de vidas cada vez más largas. 

En este terreno, el gran cambio hasta ahora ha sido conseguir que proporciones gradualmente mayores de personas alcancen edades elevadas. 

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