El País Digital
Lunes
24 agosto
1998 - Nº 843

Aznar anuncia que dirigirá personalmente el proceso de renovación del PP hacia el "centro"

"Hoy damos el banderazo de salida, en el que voy a empeñarme", dice el presidente del Gobierno

LUIS R. AIZPEOLEA, Madrid
El jefe del Gobierno, José María Aznar, dirigirá personalmente el proceso de renovación del PP, que trata de plasmar en el emblema de "centro reformista" y cuya máxima expresión será el congreso del partido previsto para enero de 1999. Lo aseguró en la madrugada de ayer ante unos 1.500 afiliados del PP en Sant Jordi (Castellón), con uno de los principales barones del partido, el presidente valenciano, Eduardo Zaplana, como anfitrión. "Hoy damos el banderazo de salida a un proceso de renovación, de centro reformista, en el que voy a empeñarme muy personalmente", dijo Aznar.

En su primera intervención pública tras las vacaciones, y en vísperas de la audiencia que mantendrá hoy con el Rey en el Palacio de Marivent (Palma de Mallorca), Aznar confirmó su preocupación por trasladar a su partido el cambio de imagen que ha dado al Gobierno, con la sustitución el pasado 10 de julio de su portavoz, Miguel Ángel Rodríguez, por el ministro de Industria, Josep Piqué. Y lo hará personalmente para evitar "ligerezas", pues "soy un hombre ordenado y metódico", según recordó ayer.

Con esta misma estrategia de avance hacia el "centro reformista", Aznar no ha hecho nada por evitar que Francisco Álvarez Cascos abandone la secretaría general del PP, aunque el número dos del Gobierno ya había anunciado hace un año su intención de dejarla. Y el proceso de relevo de Álvarez Cascos, que culminará en el Congreso de enero, lo pilotará Aznar personalmente. Para que no haya dudas, y en lo que se entiende como un aviso a los barones del PP con ambiciones, Aznar aprovechó ayer un acto masivo del partido para advertirlo.

Eduardo Zaplana, presidente valenciano y el barón del PP -junto a Juan José Lucas, presidente castellano-leonés- con más ambiciones y posibilidades futuras, tomó ayer buena nota y le dijo públicamente a Aznar que se ponía a su servicio en su "proyecto de renovación de ideas y personas" para el Congreso. En estas condiciones, todas las papeletas apuntan a que el sucesor de Álvarez Cascos en la secretaría general del PP será su actual coordinador, Ángel Acebes.

La imagen moderada de Acebes, su talante disciplinado y el hecho que la inmensa mayoría de los barones regionales -salvo Zaplana y Lucas- se ajustan a su perfil y han ido haciéndose con el control de los aparatos locales de forma paralela a la del coordinador nacional, lo convierten en indiscutible favorito.

¿Y qué pretende vender Aznar, además de un cambio de personas cuyo perfil apuntó en la cena de Castellón? Lo que llama "renovación de mensajes y contenidos" en la dirección del "centro reformista" y que hasta ahora no pasa de ser un eslogan sin traducción en programas políticos. Aznar, en la madrugada de ayer, se regocijó, como hace con frecuencia, con la mirada al pasado para reafirmar su mensaje presente: "Hace ocho años me hice cargo del PP. Gobernábamos en muy pocos ayuntamientos y comunidades. Hoy gobernamos en la mayoría. Somos el partido más importante, el más numeroso. Somos la garantía del ejercicio de la democracia y el punto de referencia de los españoles".

La obsesión de Aznar por arrebatar al PSOE el espacio de centro -"punto de referencia de los españoles"- en el que lo había situado Felipe González se volvió a manifestar ayer. Aznar cree que ahora es la ocasión, con un PSOE ensimismado tras la sentencia del caso GAL.

El presidente quiere vender la idea de que en España se abre "una nueva etapa política", de la que "se exceptúan aquellos que viven aferrados al pasado y se resisten a mirar al futuro", en referencia al PSOE. Cree que el PP está en condiciones de superar la imagen tradicional de la derecha española, y trata de asociar a los socialistas con el pasado, amparándose en los flecos judiciales de sus 13 años de gestión.

En contraste, lanzará en las próximas semanas una campaña propagandística para "mostrar" que su acción de Gobierno ha sido centrista, "al mantener el valor de las pensiones, el diálogo con los sindicatos y las alzas presupuestarias en el bloque social".

Los populares de Castilla y León quieren a Lucas como candidato en la comunidad

FRANCISCO FORJAS, Valladolid
El Partido Popular de Castilla y León quiere que Juan José Lucas, actual presidente de la comunidad, sea su candidato en las próximas elecciones autonómicas para repetir el éxito de los últimos comicios regionales.

Mientras esto sucede y las voces más cualificadas del PP en la comunidad muestran su apoyo a este soriano con gran ascendencia sobre el presidente del Gobierno, José María Aznar, según dicen en su partido, él no se cansa de repetir mientras continúa de vacaciones: "La última palabra la tiene el partido. Yo estoy para lo que me digan".

Lucas salía así al paso de algunas informaciones que le situaban en la secretaria general del PP, en sustitución del vicepresidente primero del Gobierno, Francisco Álvarez Cascos, que dejará este cargo en el próximo congreso nacional.

Otras voces del PP regional también han reconocido la disposición "y las ganas" de Lucas de marcharse a Madrid con el objetivo de ocupar un puesto de relevancia una vez que se produzca la primera crisis del Gobierno de Aznar.

El presidente estará precisamente el próximo día 25 en Quintanilla de Onésimo (Valladolid), en su anual visita a la localidad, para entrevistarse con Lucas y pronunciar su discurso de apertura del curso político.

Esas mismas fuentes también han señalado que las intenciones de Lucas están motivadas por su cansancio al frente de la comunidad autónoma, ya que, "tras siete años en el cargo, ve cómo su peso en el partido disminuye y algunas de las promesas realizadas a Castilla y León no se cumplen desde el Ejecutivo nacional".

Apuesta continuista

En cualquier caso, en las últimas semanas la mayoría de los órganos regionales del partido se han mostrado partidarios de la continuidad de Lucas, "para dar soluciones a los problemas de Castilla y León, como lo ha venido haciendo en los últimos años", según señaló esta semana el vicepresidente del Gobierno autónomo y secretario general del PP castellano-leonés, Jesús Merino. "Lucas es el mejor candidato", afirmó Merino, tras advertir que será el comité electoral central el que decidirá la candidatura. Todos los consejeros del Gobierno autónomo coinciden con esas manifestaciones.

El portavoz del Gobierno, Josep Piqué, señalaba la pasada semana que el proyecto político de Lucas "tiene vigencia y fortaleza como para aguantar otros cuatro años".

Pedro Antonio Hernández Escorial, responsable del PP en Segovia, también coincidía en esas apreciaciones, y mostraba su seguridad en que Lucas se presentará a la reelección. "Las dudas están en si concluirá la legislatura", añadió.

Obsesión por agotar la legislatura

L.R.A, Madrid
Las vacaciones veraniegas no le han alterado a José María Aznar su obsesión por agotar la legislatura y no proceder a un cambio en su Gobierno. Lo dejó clarísimo en la madrugada de ayer en Castellón. Al referirse al próximo congreso del PP dijo que tendrá una finalidad especial, "dotar de un nuevo impulso a la actuación del Gobierno, porque cuando se celebre la legislatura no estará agotada. Hay mucha labor por hacer". Si no fue nada original con este planteamiento, tampoco lo fue al recordar las labores pendientes del Gobierno para los próximos meses: aprobación de los terceros presupuestos, reforma del IRPF y supresión de la mili.

Para Aznar, resulta fundamental, además de ofrecer un cambio de la imagen reaccionaria que ha tenido tradicionalmente la derecha española, demostrar con los hechos que ha sido capaz de aguantar una legislatura entera sin disponer de una mayoría absoluta en las Cortes.

El presidente quiere romper el conjuro que le auguraba una legislatura corta. Sobre todo, a la vista de sus complicadas relaciones con los socios nacionalistas durante los meses que siguieron a su precaria victoria.

Y no lo tiene difícil. Ha conseguido de sus aliados una moderación en sus relaciones con el Gobierno. Pero a cambio, también él ha moderado su política. Su marcha hacia el "centro reformista" ayuda a Aznar a entenderse con sus socios catalanes y vascos, que se sitúan en esa posición política. Pero también le ayuda su renuncia a plantear el combate ideológico con los nacionalistas que tanto practicó como líder de la oposición. En 40 días no habló para nada de la Declaración de Barcelona, en la que sus socios nacionalistas descalificaban la vía constitucional de autogobierno, la autonomía, Cuando lo ha hecho, en Castellón, ha renunciado al ataque y se ha limitado a reclamar la vigencia de la Constitución. © Copyright DIARIO EL PAIS, S.A. - Miguel Yuste 40, 28037 Madrid