Mamá Elena, con sólo una mirada, le ordenó a Tita
salir de la sala y deshacerse de las rosas. Pedro se dio cuenta de
su osadía bastante tarde. Pero Mamá Elena, lanzándole
la mirada correspondiente, le hizo saber que aún podía reparar
el daño causado. Así que, pidiendo una disculpa, salió
en busca de Rosaura. Tita apretaba las rosas con tal fuerza contra su pecho
que, cuando llegó a la cocina, las rosas, que en un principio eran
de color rosado, ya se habían vuelto rojas por la sangre de las
manos y el pecho de Tita. Tenía que pensar rápidamente qué
hacer con ellas. ¡Estaban tan hermosas! No era posible tirarlas a
la basura, en primera porque nunca antes había recibido flores y
en segunda porque se las había dado Pedro. De pronto escuchó
claramente la voz de Nacha, dictándole al oído la receta
prehispánica donde se utilizaban pétalos de rosa. Tita la
tenía medio olvidada, pues para hacerla se necesitaban faisanes
y en el rancho nunca se habían dedicado a criar ese tipo de aves. |
Preguntas
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