Chunkanán, Yucatán:
Hacienda henequenera suspendida en el tiempo
Por. Diario de Yucatán / Adaptación de Cityview

Entre frondosos árboles, en el horizonte de la región norte de Yucatán se yergue majestuosa la hacienda Chunkanán, donde el tiempo parece haberse detenido.

El ruido que produce la antigua desfibradora de henequén de la finca se escucha por doquier en esta pequeña comunidad.

La casa principal de la hacienda, construida al parecer en 1885 -según la inscripción que aparece en uno de los enegrecidos muros-, está en funciones, al igual que la bodega para sosquil, la capilla de arquitectura neoclásica y la vasta red de rieles para el transporte material y humano.

Chunkanán ("Al pie de una planta", según el topónimo maya que le da identidad) no parece ser parte de la desenfrenada modernidad que caracteriza al siglo que fenece. Ubicada a cinco kilómetros al sur de Cuzamá, la antigua finca es una de las pocas en las que la explotación del henequén es aún hoy día una de las actividades que sustentan la precaria economía de sus habitantes.

Para llegar a la hacienda saliendo de Mérida hay que utilizar el tramo carretero que une a las poblaciones de Acanceh y Cuzamá, en un recorrido de 48 kilómetros. Viajar a Chunkanán es transportarse a principios de siglo, a la época del monocultivo del agave nativo Fourcroydes o henequén. Al igual que otras fincas yucatecas, Chunkanán fue estancia ganadero-maicera antes de convertirse en hacienda henequenera. A finales del siglo XIX se replanteó la tradicional actividad ganadera de las estancias yucatecas y comenzó el cultivo del henequén para obtener la preciada fibra, que se exportaba a los mercados internacionales. 

La imagen de la hacienda Chunkanán es una amalgama arquitectónica desarrollada a lo largo de los años, en la que se advierten destellos de la tradición arquitectónica colonial y la influencia de la tendencia neoclásica o francesa, que tanto impactó a México, particularmente a Yucatán, durante el período porfiriano.  Producto de dos tiempos, de dos culturas, los edificios principales de la finca transportan a los visitantes a la época de bonanza del oro verde. La casa principal y la de máquinas, el templo y la bodega -en la que aún se guarda el resultado de la explotación del henequén- son los edificios protagonistas de la escenografía peculiar de Chunkanán. 

Hoy día, la finca es operada por el Banco Solidario y emplea a varios ejidatarios del lugar y de Cuzamá y Homún, entre otras localidades cercanas. 

En la casa de máquinas, ubicada al sur de la plazoleta central de la finca, las pencas yacen apiladas una sobre otra, en espera de pasar por la desfibradora.  Elementos arquitectónicos neoclásicos, de principios de siglo, se advierten en la fachada de la casa de máquinas, de dos plantas. A pesar del notorio abandono, aún muestra sus características estructurales. 

Al norte, donde están los tendederos de fibra, varias humildes mujeres cargan voluminosos fardos de sosquil y borra que extraen del bagazo del henequén

Más al norte de la plazoleta de la finca se levanta la casa principal, también de dos plantas y con la inscripción de una fecha en la que, al parecer, se remozó el edificio: 1926

En el costado norte del inmueble se mantiene en pie lo que parece ser la antigua entrada a la hacienda. A pesar de lo enmohecido de los pilastrones se ve con claridad el año en que posiblemente se erigió la finca para la explotación henequenera: 1885.  Otros de los espacios medulares de Chunkanán son la bodega del material extraído del agave y la capilla. 

La bodega, ubicada al noreste de la plaza principal, tiene una fachada con arcos de medio punto construidos en madera y un amplio corredor que le imprime un toque nostálgico al ambiente.  En el templo se advierten influencias de corrientes arquitectónicas locales coloniales y universales, particularmente neoclásicas y medievales. 

Las viviendas de los trabajadores de la hacienda se organizan en torno al conjunto principal de edificios, la mayoría levantadas con materiales perecederos -bajareque y paja- de la región; sin embargo, también hay algunas cuantas de concreto, reflejo de la influencia contemporánea. 

A las puertas de las casas hay varias plataformas o "trucks", que, en contraste con algunas residencias meridanas, no cumplen funciones estéticas, sino laborales. Son el medio de transporte por excelencia de los habitantes de la finca, y por igual lo emplean para dirigirse a la milpa, transportar a los visitantes o trasladarse "al pueblo", a Cuzamá, la cabecera del municipio.  En Chunkanán no hay maquiladoras, los "signos del progreso estatal" son escasos, sólo agua potable y energía eléctrica. La pobreza es el común denominador, al parecer desde hace décadas, y es probable que así continúe por lo menos hasta el próximo siglo.